“Ante nuestros ojos aparecen en lucha dos tradiciones; lejos de conducir el mismo contenido nocional son antagonistas. La una transmite sin disimulo la religión del verdadero Dios, y es la Tradición apostólica, en la cual la tradición primordial está totalmente incluida. La otra, llamada por los neognósticos Tradición primordial, transmite, bajo un disfraz de luz, la religión tenebrosa que quiere ponerse en el lugar de Dios”. (Jean Vaquié, Ocultismo y fe católica: los principales temas gnósticos).

viernes, 17 de octubre de 2025

GNOSIS Y GNOSTICISMO O POR QUÉ NO PUEDE HABER UNA VERDADERA «GNOSIS CRISTIANA»

 


Por ALAIN PASCAL

Cap. II del libro LA PRÉ-KABBALE. LA GUERRE DES GNOSES. LES ÉSOTÉRISMES CONTRE LA TRADITION CHRÉTIENNE. Éditions des Cimes, 2016.

 

La ambigüedad del término «gnosis»

Un poco de semántica para evitar discusiones inútiles.

La palabra «gnosis» [gnose, en francés] viene del griego «gnosis», conocimiento. La gnosis se define como la ciencia superior de los misterios de la religión.

Su empleo da lugar a numerosas polémicas. En efecto, según ciertos autores, la palabra gnosis debería poder emplearse para todas las religiones, incluido el cristianismo. A la lectura de algunos Padres de la Iglesia, algunos autores llaman una «gnosis cristiana» [1] que estiman conforme a la ortodoxia del cristianismo. Esta «gnosis cristiana» sería interna a la teología (la ciencia de la religión), su conocimiento superior. No tenemos la competencia para decir si tienen razón o no, pero, porque hay un gran «pero», resulta que, desde el siglo I, el término gnosis se convierte casi en el patrimonio exclusivo de los enemigos de la Iglesia. Desde su fundación, la Iglesia debe combatir las doctrinas de los gnósticos, término que designa a la vez a herejes cristianos y a no cristianos. Así, san Pablo reprocha a un judío convertido de Alejandría hacer del cristianismo una gnosis, y en el siglo II, san Ireneo combate a los gnósticos, etc. De este modo, los términos «gnosis» y «gnóstico» quedan desacreditados para un católico tradicionalista.

Desde entonces, nos encontramos frente a un dilema. Podría hablarse de una primera gnosis, interna a la teología cristiana, que, para un cristiano, o incluso un católico de la Tradición [2], sería la «verdadera» gnosis, y una segunda gnosis, la de los gnósticos, que, para un católico siempre, sería la «falsa» gnosis. En este caso se debe afrontar una confusión del vocabulario, fuente inevitable de una confusión del pensamiento. Para algunos, la gnosis seguiría siendo una ciencia interna a la teología cristiana, y quizá tengan razón. Para otros, la gnosis sería por definición la enemiga de la tradición cristiana, y seguramente tienen todavía más razón. Los adversarios de la tradición cristiana son efectivamente los partidarios del gnosticismo, término que designa al conjunto de doctrinas no conformes con el dogma cristiano, es decir, no conformes con los puntos fundamentales de la doctrina cristiana, tal como los define la Iglesia. Los partidarios del gnosticismo pretenden poseer una filosofía secreta y esotérica, que emane o no de Cristo. El término gnosis significa para ellos la filosofía superior que contiene todos los conocimientos sagrados[3].

Para salir de esta confusión del vocabulario, algunos autores han propuesto diferenciar a los gnósticos de los «gnosticistas». El gnóstico calificaría a quien sigue la gnosis interna a la teología cristiana; el gnosticista, a quien sigue la gnosis enemiga de la Iglesia. Solo los gnosticistas serían los adeptos del gnosticismo. Es una excelente idea. Queda, sin embargo, que, a nuestro parecer, la sutil distinción entre gnósticos y gnosticistas tiene el gran inconveniente de perpetuar la confusión. ¿Cómo distinguir en efecto a los gnósticos de los gnosticistas en la historia, cuando, en los textos que jalonan los dos milenios y tratan de la cuestión, tal distinción no existe?

Como la confusión aprovecha a los enemigos de la Iglesia —la utilizan para infiltrar herejías y subvertir las mentes cristianas—, nosotros elegimos reservar la palabra gnosis y la designación de gnósticos a aquellos que combaten la doctrina de la Iglesia. Es una elección que algunos lamentarán, pero que tiene el mérito de la claridad. Incluso si quizá haya una «gnosis cristiana» —término que habíamos empleado en La Traición de los Iniciados, retomándolo de Bossuet — aun cuando pueda haber quizá una injusticia respecto de ciertos teólogos al rechazar una «verdadera» gnosis combatida por una «falsa»—, no hablaremos de gnosticistas, sino, como es de uso corriente, de gnósticos.

Siendo numerosas y variadas las doctrinas gnósticas, nuestro título evoca desde entonces la Guerra de las gnosis contra el dogma de la Iglesia. Nuestro libro pretende trazar las grandes líneas de la guerra —pues se trata de una verdadera guerra declarada por los gnósticos a la Iglesia. En él tomaremos la defensa del dogma cristiano combatido por las gnosis y los gnósticos.

La religión cristiana no es esotérica, sino «exotérica»:

Además de la ventaja de salir de la confusión, nuestra elección de reservar la denominación de gnósticos a los enemigos de la tradición cristiana resulta también de nuestra posición con respecto al esoterismo. Hemos subtitulado La Guerra de las gnosis: Los esoterismos contra la tradición cristiana. Si pretendemos que existe una guerra de los esoterismos contra la tradición cristiana, es indispensable que digamos de antemano por qué no hay un «esoterismo cristiano». Hablar de una gnosis interna a la teología podría en efecto dar a entender que existe un esoterismo cristiano compatible con la ortodoxia, lo cual un defensor de la tradición católica no puede admitir por diversas razones, comenzando por el «exoterismo» de la enseñanza de Cristo. El término exoterismo proviene del lenguaje guenoniano, lo cual desagradará a ciertos tradicionalistas católicos, pero lo empleamos porque nos parece excelente, cualesquiera sean las reservas que un católico pueda tener sobre Guénon. El cristianismo es un exoterismo, diremos incluso el exoterismo por definición, puesto que la Verdad es revelada a todos y no reservada a iniciados. El cristianismo es la Verdad revelada por Jesucristo, Hijo de Dios.

ALGUNAS DEFINICIONES RELATIVAS AL SIMBOLISMO CRISTIANO

 


Por JEAN VAQUIÉ

 

No hay duda de que Dios pone ARMONÍA ENTRE LAS DIVERSAS PARTES DE SUS OBRAS. Y esta armonía Él la pone en el espacio y en el tiempo.

A. En el espacio, Dios ha puesto correspondencias entre la creación espiritual y la creación material (entre lo visible y lo invisible).

Estas correspondencias entre lo ALTO y lo BAJO son reconocidas por los autores cristianos que sacan todas las consecuencias didácticas que ellas contienen.

Estas correspondencias, que están en la naturaleza de las cosas, no escapan a la gente de la "Contra-Iglesia" que las han inscripto en la "Tabla de Esmeralda": "Lo que está abajo es como lo que está arriba".

Así pues, las dos escuelas coinciden en el principio de la armonía universal.

B. En el tiempo, la misma armonía hace que las OBRAS DE DIOS LLAMEN Y SE RECUERDEN. El "Primer Adán" llama al "Segundo". Y el "Segundo" recuerda al "Primero", ya que se proclama "Hijo del Hombre", es decir, "la posteridad de Adán".

En resumen, la creación física es un reflejo del Creador. Y obtenemos un primer conocimiento del Creador al observar su reflejo "simbólico" en las criaturas.

Hasta ahí, las cosas son simples y el buen simbolismo sólo requiere no confundir al Creador con su reflejo.

Sólo que las cosas se complican porque la creación real es PROBATORIA, por lo tanto ALEATORIA. La humanidad libre está destinada a ser juzgada. Ella es puesta a prueba. Cada cosa en la naturaleza es una enseñanza que puede solicitar al hombre, sea a ascender al cielo, sea a descender al infierno.

Cada cosa, por lo tanto, tiene un sentido BENÉFICO y un sentido MALÉFICO. Así es como hay un "león que clama en el desierto", pero también otro "león quaerens quem devoret". El primero es la figura del profeta que anuncia al Mesías, el segundo es la figura del demonio.

La ambivalencia de los símbolos se acentuó con la Caída, que agravó el sentido maléfico de ciertas cosas. Por ejemplo, algunos animales devinieron dañinos e inmundos, simbolizando los vicios.

Esta es la regla general. Ella no sería demasiado difícil de aplicar, si fuera absoluta. Por desgracia, esta regla de la Ambivalencia de los símbolos tiene sus EXCEPCIONES.

Así es como la SERPIENTE o el DRAGÓN se toman siempre a mal parte. No existe la "serpiente buena" (la serpiente de bronce no es una serpiente buena es la figura de Cristo "haciéndose" en una serpiente aunque no por naturaleza).

Así es también como se toma siempre la paloma en buena parte. No hay una malvada paloma.

Por lo tanto, el pensamiento simbólico demandará INTELIGENCIA:

"El que tenga inteligencia, que entienda lo que el Espíritu dice a las Iglesias" (Apoc.)

La inteligencia de la que se trata aquí es el don del Espíritu Santo que permite DISTINGUIR.

- La SABIDURÍA une,

- La INTELIGENCIA distingue,

- El CONSEJO elige lo que se ha distinguido,

- La PIEDAD conecta,

- La FUERZA mantiene la cohesión de las partes,

- La CIENCIA explica,

- El TEMOR se relaciona con la muerte que descompone.

¿Y cuál es la gran DISTINCIÓN que dominará la comprehensión del simbolismo?

Es evidentemente la distinción fundamental entre el Bien y el Mal. Y como el simbolismo compara objetos concretos, la oposición fundamental que guiará el simbolismo cristiano es la que existe entre JESÚS y BELIAL, que son dos adversarios que no están destinados a reconciliarse, sino a combatirse.

En otras palabras, el simbolismo cristiano es un SIMBOLISMO CON LLAVE. La "Llave” del simbolismo cristiano es Nuestro Señor Jesucristo. Es Él quien da la comprensión de este universo que fue hecho para Él.

"El universo también fue hecho por Él, y es comprensible que haya dejado su rastro en él". (San Buenaventura)

Jesucristo es la "Llave de David". La llave de David "abre y nadie cierra, cierra y nadie abre". Es Nuestro Señor quien abre el Cielo y cierra el infierno. El simbolismo cristiano nos muestra esta apertura y cierre en las cosas del Universo.

Así por ejemplo: la TIERRA, cuando se compara con el CIELO, simboliza el estado de la naturaleza. Pero esta misma tierra, cuando se la compara con el fluctuante MAR, se convierte en el símbolo de lo que es firme, es decir, del FIRMAMENTO.

Veremos que estas consideraciones no son inútiles para defendernos del FALSO SIMBOLISMO que el "Adversario" no ha dejado de elaborar. Pues esto es lo que ha pasado.

El pensamiento simbólico es un pensamiento nutritivo. Proporciona al alma un rico material para la meditación. Es apto para despertar ideas y alimentar la oración. Por eso la salmodia está llena de símbolos a través de los cuales el alma se alimenta de las "armonías que Dios pone entre las diversas partes de sus obras".

Pero debido al factor de apreciación, y por tanto de imprecisión, que pone en juego, el pensamiento simbólico tiene poco valor DEMOSTRATIVO. Por ello, los desarrollos simbólicos se han descuidado desde el final de la Edad Media, porque la teología cristiana se vio en la necesidad de repeler los ataques del RACIONALISMO. Abandonando los símbolos, poco precisos, prefirió el razonamiento DISCURSIVO. La justificación racional del dogma ha ganado, ciertamente. Pero la piedad ha perdido. La religión se ha visto frustrada de un lirismo que sin embargo era necesario para el alma.

Mientras los teólogos, ocupados en luchar en el campo de la demostración, abandonaban el simbolismo, que era demasiado vago, la escuela de pensamiento masónico se apoderó del simbolismo universal y, aprovechando el carácter apreciativo de todas las comparaciones, pudo recurrir fácilmente al simbolismo en su sentido y en su dirección, y se ha beneficiado mucho de ello. Hoy en día, ella domina el simbolismo y lo ha convertido en su propiedad. Hoy, el simbolismo universal ya no es cristiano; ha devenido "masónico".

La escuela masónica trata el simbolismo con su propio espíritu. Y este espíritu no es el espíritu de la INTELIGENCIA que distingue y opone a JESÚS y a BELIAL. El espíritu masónico, por el contrario, reconcilia a Jesús y a Belial. Pero la escuela masónica es POLIMORFA. También encontramos en ella varias concepciones de simbolismo.

La fracción principal de la escuela masónica reclamará un simbolismo SIN LLAVE que llamará el SIMBOLISMO ABIERTO. Su carta será la de la “Tabla de Esmeralda”:

"Lo que está abajo es como lo que está arriba".

Por lo tanto, el universo "alquímico" es un universo que es AUTO-SIGNIFICANTE y por lo tanto también un universo AUTO-SUFICIENTE. Pero entonces, este universo se une a la metafísica de Lucifer, que también se declara autosuficiente.

Sin embargo, siempre ha habido una escuela masónica cercana al cristianismo, que profesa reconocer a Cristo como la LLAVE del universo. Esto es particularmente cierto en la escuela actual del ESOTERISMO CRISTIANO.

Solamente, en este simbolismo "esotérico" (el de Jean PHAURE y Paul BARBANEGRA por ejemplo [en Francia]), es la doble función de la llave que no será respetada como debería serlo. Sabemos que la llave de David "abre y nadie cierra, cierra y nadie abre".

Sin duda, los esoteristas cristianos aceptan que Cristo, proclamado la llave de su simbolismo, abre el Cielo: él es, en efecto, la cumbre de la Creación. A este respecto, incluso se puede tener la impresión, en un examen superficial, de que este simbolismo satisface la condición esencial del simbolismo cristiano.

Desgraciadamente, se puede ver al mismo tiempo que, para estos "esoteristas", el significado simbólico de una catedral cristiana coincide con el del templo de Angkor o la Pirámide egipcia: en ellos reinaría el mismo "espíritu". El Cielo se abre así no sólo por Cristo, sino también por divinidades que no son Cristo y que se parecen extrañamente a Lucifer.

En cuanto al cierre del infierno por el simbolismo del esoterismo cristiano, es muy problemático, ya que los demonios, en este sistema, como en el de R. Guénon, se definen como entidades del "mundo intermedio", es decir, seres de naturaleza semi-física y semi-espiritual.

Se trata de una perversión del simbolismo cristiano que alcanza su máximo de sutilidad y, por tanto, es muy difícil de discernir”.

 

JEAN VAQUIÉ, Cahiers Jean Vaquié N° 9, Agosto de 1990.

LA ÚLTIMA PÁGINA: UNA PELIGROSA CONFUSIÓN

 



Por P. Flavio Mateos

 

Programa de “La última página 305: Francisco García Bazán y la importancia de su obra” [1]. Hacia el minuto 17 aproximadamente, los conductores Diego Ortega y Sebastián Porrini, parecen acusar recibo y se defienden, ante lo que parecería ser una imputación abusiva o injusta hacia ellos de varias personas (incluso de quien esto escribe, según parece). Tal vez sintiéndose incomprendidos (¿!), afirman que se los acusa de “gnósticos”. Tratan entonces de despegarse de tal etiqueta, y hasta Ortega afirma que él elige la que considera “la tradición verdadera, cristiana, católica”, pero aclarando que ésta tiene una gran cantidad de relaciones con las semillas de verdad de otras tradiciones (nos recuerda esto a las famosas “semillas del Verbo”, véase artículo sobre eso en nuestro blog). Luego, aclaran que “García Bazan y otros siguen una línea que no es blanco y negro” y que no es necesario dividir entre “evolianos y guenonianos”. Por supuesto que esa última discusión no nos interesa lo más mínimo: tanto guenonianos como evolianos están en el error.

De inmediato lamentan que también se los acusó por su programa sobre la masonería y se evaden enseguida (más rápido que el famoso Houdini) como si fuera un tema sin ninguna importancia. Y luego salen con el típico latiguillo que suelen repetir los gnósticos y es que “no hay que confundir lo gnóstico con el concepto de gnosis” (al respecto también puede leerse el esclarecedor texto de Alain Pascal en este mismo blog).

Vamos a ir punto por punto. No sabemos qué han dicho otros visitantes del canal de Youtube de “La última página” [2]. Nosotros nos ocupamos de este tema en nuestro libro “Castellani y Lefebvre” y en algún artículo de este blog. Lo que escribimos no es exactamente que Porrini y Ortega “son gnósticos”, sino lo siguiente:

“Allí aparecen como invitados dos exponentes caracterizados del gnosticismo a la criolla: Sebastián Porrini y Diego Ortega”. [3]

Según el Diccionario RAE, “exponente” es el que expone. Como segunda acepción significa prototipo (modelo más representativo de algo). Caracterizado, por otra parte, se define como “distinguido, determinado, característico, acreditado”.

Que ambos profesores dedican mucho espacio a exponer a autores gnósticos, es claro. Que demuestran además simpatía y respeto hacia esos autores y su pensamiento, también. Que se basan en autores gnósticos para fundamentarse, lo mismo (véase La última página 142, por ejemplo). Que no dedican programas a hacer la crítica aguda y certera que esos autores se merecen, también lo es. Por lo tanto, si como dice Ortega él elige la que considera verdadera tradición, la tradición católica, pero expone las ideas y el pensamiento de quienes se oponen a esa tradición católica, ¿dónde está su famosa búsqueda de la verdad? Porque la verdad obliga a juzgar y a definirse, una vez que se la ha encontrado. La verdad y el error no pueden ser compatibles. A no ser que todo sea verdad. De allí que digamos que esta es una peligrosa confusión que confunde a los que no están atentos, o no se esfuerzan por conocer la verdad. En lenguaje de la calle se le diría sanata.

La confusión ya puede verse en las imágenes o retratos que exhiben en su biblioteca: Jesucristo o el Arcángel San Miguel junto a personajes deplorables como los comunistas Frida Kahlo y José Saramago [4], o el gnóstico Pessoa (ver artículo sobre el mismo en este blog).

TRADICIÓN CATÓLICA Y TRADICIÓN GNÓSTICA

 



Le Sel de la terre n° 30, Automne 1999.

p. 224-227

 

La gnosis es la «sabiduría» de la francmasonería y de las otras sociedades secretas que están instaurando el Nuevo Orden Mundial. No es, pues, de extrañar ver este pensamiento penetrar en todos los ambientes e intentar incluso penetrar en los ambientes católicos de Tradición.

Queriendo poner en guardia a nuestros lectores contra este peligro, les señalaremos aquí los intentos de penetración que notamos, así como las advertencias y las resistencias de nuestros amigos.

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Una Voce, boletín romano de la asociación para la defensa de la fe, del latín y del canto gregoriano, publica en su número 5 de septiembre-octubre de 1998 nada menos que un texto de René Guénon (página 17). Texto breve, sin duda, pero sin ninguna advertencia. Se trata de un extracto tomado de la revista Regnabit, revista católica consagrada al Sagrado Corazón, en la cual Guénon colaboró algún tiempo cuando intentó penetrar en los ambientes católicos.

Lucien Méroz, redactor de la revista Una Voce, conoce, sin embargo, bien a René Guénon, a quien ha dedicado un libro publicado en Plon.
Hace algún tiempo Lucien Méroz organizó en Ginebra una conferencia de Jean Borella. Borella ha modificado un poco su pensamiento y ahora critica ciertas posiciones de Guénon. Pero eso no significa que haya abandonado la gnosis. No porque un autor gnóstico critique a otro (lo cual es bastante frecuente en ese medio donde no reina la caridad de Nuestro Señor; basta leer las obras de Guénon mismo para ver que se peleaba con mucha gente) puede asegurarse que ya no es gnóstico.

Se ve que una persona se ha convertido realmente cuando denuncia la gnosis misma, teniendo conciencia de su carácter satánico y anticristiano. Pues bien, he aquí lo que escribía Borella aún en 1996: «Existen algunas escuelas de pensamiento que pueden llamarse “tradicionalistas”, en particular en ciertas ramas de la FM, tales como la GLNF, sin hablar de los diversos grupos de católicos que permanecen fieles al ritus antiquus de la misa y al latín [1].» Sin comentario.

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Lectures Françaises (86190 Chiré-en-Montreuil) nos ha hecho el honor de citarnos en su nº 500. Esta revista recoge las «Breves informaciones» que habíamos dado en nuestro nº 26 sobre la infiltración de las ideas paganas y gnósticas en los ambientes de la Tradición. Y concluye deseando una «clarificación neta» sobre estas cuestiones.

Esta breve nota no ha gustado al Libre Journal, que protesta en su nº 166 del 11 de noviembre de 1998 contra «una amalgama arriesgada por los buenos padres de Avrillé a propósito del voto católico, de las canciones del doctor Merlin, de la publicación de una revista FN consagrada a Julius Evola y de una colaboración de Arnault Guyot-Jeanin y Christophe Levallois al Libre Journal hace nueve meses». Y concluye: «¿Necesitaría nuestra familia un tema suplementario de querella y de división?»

Es verosímil que el Libre Journal se haya contentado con leer Lectures Françaises y no haya ido a leer Le Sel de la terre, pues habría visto que no hemos hablado del voto católico, y que lo que el Libre Journal llama una «amalgama» es en realidad un intento hecho por algunos de conciliar lo inconciliable: el paganismo y el cristianismo, la gnosis y la fe.

En cuanto a la división, está claro que es necesaria. No debemos tener nada en común con un doctor Merlin violentamente anticristiano, ni con un Julius Evola o un René Guénon [2]. Y mientras el Libre Journal no haya roto con esa gente, le haremos una justa querella.

 

LAS “SEMILLAS DEL VERBO”

 


Editorial Le Sel de la terre N° 38, Otoño 2001.

 

En su primera encíclica, Redemptor hominis, el papa Juan Pablo II se expresaba así:

Con razón, los Padres de la Iglesia veían en las diversas religiones como otros tantos reflejos de una única verdad, como “semillas del Verbo” [1] que testimonian que la aspiración más profunda del espíritu humano está orientada, a pesar de la diversidad de caminos, hacia una dirección única, expresándose en la búsqueda de Dios y, al mismo tiempo, por medio de la tensión hacia Dios, en la búsqueda de la dimensión total de la humanidad, es decir, del sentido pleno de la vida humana [2].

Esta frase es un intento de justificar el diálogo interreligioso: unas “semillas del Verbo” estarían contenidas en las diversas religiones, y las convertirían en “reflejos de una única verdad”.

El papa pretende apoyarse en los Padres de la Iglesia. Y, en nota, se refiere a san Justino y a Clemente de Alejandría.

En realidad, Clemente no es un Padre de la Iglesia en sentido estricto. Para serlo, se requiere, entre otras cosas, la ortodoxia de la doctrina y la santidad de vida [3]. Ahora bien, nos dice el padre Cayré:

[La obra de Clemente] no está, sin embargo, exenta de todo reproche: a) su mística era un poco idealista; en los últimos Stromatas, hizo a veces descripciones hiperbólicas del estado de los perfectos (ausencia de pasiones, contemplación perpetua); insistió más de la cuenta sobre el sacerdocio (metafórico) del gnóstico; b) en su ascesis misma, que es verdaderamente cristiana por el lugar que en ella ocupa Cristo como revelador y como maestro, descuida quizá un poco el papel del sufrimiento y de la oración (esta última es señalada sobre todo al final, en el gnóstico), mientras exalta en exceso el de la filosofía; c) por último, practica cierto esoterismo, tomando algunas doctrinas de tradiciones secretas, más bien que de los órganos oficiales de la fe [4].

Además, la Iglesia romana ha rehusado inscribirlo (como santo) en su martirologio:

Por consejo de Baronio, Clemente no fue admitido en el martirologio romano revisado por Clemente VIII, y Benedicto XIV mantuvo esta decisión, sin zanjar absolutamente la cuestión de doctrina y de virtud, […] por razones de oportunidad, que son las siguientes: su vida demasiado poco conocida, ninguna huella de culto público rendido en la Iglesia, doctrina por lo menos dudosa y sospechada por diversos historiadores o teólogos [5].

Pero hay algo más grave: cuando se van a verificar los textos de san Justino y de Clemente, se ve que no dicen en absoluto lo mismo que el papa.

San Justino no habla de las “diversas religiones”, sino que habla de los filósofos y de los poetas. Y esa “semilla” que está difundida por todas partes es la de la razón, no la de una revelación sobrenatural.

San Justino distingue incluso muy claramente el “germen” plantado en todo hombre (la razón), de la participación en el Verbo que se da por la gracia. Citemos su segunda Apología, a la que se refiere Juan Pablo II:

13, 2: Cristiano, reconozco que lo soy. […] No que la doctrina de Platón sea ajena a la de Cristo, pero no le es absolutamente idéntica, como tampoco la de los otros, estoicos, o poetas y prosistas. 3. Pues cada uno de ellos ha visto, parcialmente, de lo que ha recibido del Verbo divino difundido [spermatikou, literalmente: difundido como una semilla] en el mundo, aquello que le es afín, y de ello ha hablado bien; pero aquellos que se han contradicho a sí mismos en puntos más importantes muestran con evidencia que no poseen la ciencia infalible y el conocimiento irrefutable. 4. Lo que todos ellos han enseñado de bueno nos pertenece, pues, a nosotros, los cristianos, porque, después de Dios, adoramos y amamos al Verbo nacido del Dios inengendrado e inefable, ya que incluso se hizo hombre por nosotros, a fin de venir a participar en nuestras miserias para curarnos de ellas. 5. De hecho, todos los escritores podían, de manera indistinta, ver la realidad gracias al germen del Verbo que ha sido plantado en ellos. 6. Pero una cosa es un germen (sperma) y una semejanza dados a los hombres en proporción a sus facultades, y otra cosa es el objeto mismo cuya participación e imitación les es concedida en proporción a la gracia de la que es fuente [6].

En cuanto a Clemente de Alejandría, él habla también no de las “diversas religiones”, sino de los filósofos (y aún así, no de cualquier filósofo, sino solamente de Platón y Aristóteles) y de los poetas que han tenido “algunas teorías justas”. Da como ejemplo a Arato, poeta griego citado por san Pablo en su discurso en el Areópago (Hch 17, 22-28). “De donde resulta claramente que, utilizando ejemplos poéticos tomados de los Fenómenos de Arato [7], [san Pablo] aprueba lo que los griegos han dicho de bueno [8].”

Este intento de Juan Pablo II de querer apoyar su “extraña teología” en “los Padres de la Iglesia” es, por tanto, vano. Los Padres de la Iglesia siempre han considerado, junto con el Espíritu Santo, que los dioses de los paganos eran demonios [9]. Nunca han dicho que las religiones paganas eran “reflejos de una única verdad”. Para ellos, esas religiones eran simplemente falsas, y había que apartarse de ellas para hacerse cristiano.

Si en el mundo pagano había algunas “piedras de espera” de la verdadera religión, era debido al “milagro griego”, es decir, al trabajo de esos filósofos que, con la ayuda de la razón natural, habían logrado reencontrar una parte de las verdades que el hombre puede saber sobre Dios sin la revelación [10].

Lo que Dios espera de los cristianos, y en primer lugar de su vicario en la tierra, no es que busquen “semillas del Verbo” en las falsas religiones, sino que propongan a todos los hombres la verdad revelada del Evangelio, para darles una oportunidad de creer y de ser salvados.

Un error semejante, cometido en una encíclica (la primera de Juan Pablo II), ¿es intencional o simplemente fruto de la ignorancia de los neomodernistas que ocupan la Iglesia? El papa san Pío X nos ha hablado de esta ignorancia:

Y si, de las causas morales, pasamos a las intelectuales, la primera que se presenta – y la principal – es la ignorancia. Sí, estos modernistas, que se presentan como doctores de la Iglesia, que ensalzan la filosofía moderna y miran por encima del hombro a la escolástica, no han abrazado aquella, tomados por sus apariencias engañosas, sino porque, ignorantes de esta, les ha faltado el instrumento necesario para penetrar las confusiones y disipar los sofismas [11].

Sea como fuere, tanto si el error es intencional como si no, hay que sacar una lección: deberemos, de ahora en adelante, verificar todas las referencias a los Padres de la Iglesia hechas por el magisterio conciliar y asegurarnos de que no se les haga decir lo contrario de lo que en realidad dicen.

 

 NOTAS:

 [1] — Cf. san Justino, I Apología, 46, 1-4; II Apología, 7 (8), 1-4; 10, 1-3; 13, 3-4: Florilegium Patristicum II, Bonn, 1911 (2), p. 81, 125, 129, 133. – Clemente de Alejandría, Stromata I, 19, 91.94: SC 30, p. 117-118; p. 119-120. – Concilio Vaticano II, Decreto sobre la actividad misionera de la Iglesia Ad gentes, 11: AAS 58 (1966), 960; Constitución dogmática sobre la Iglesia Lumen gentium, 17: AAS 57 (1965), 21.

[2] — «Con razón los Padres de la Iglesia veían en las diversas religiones como otras tantas imágenes de una cierta verdad única, como “semillas del Verbo”, que atestiguan el profundísimo deseo de la mente humana, por el cual desea orientarse –aunque por caminos diversos– hacia una sola dirección: lo cual se manifiesta en la búsqueda de Dios mismo y, al mismo tiempo –por esa misma intención hacia Dios–, en la búsqueda del pleno significado del género humano, es decir, del sentido pleno de la vida humana». Redemptor hominis (4 de marzo de 1979), § 11.

[3] — Ver DTC, art. «Padres de la Iglesia», t. XII A, col. 1196-1198 (E. Amann).

[4] — Cayré F. A.A., Patrologie et histoire de la théologie, t. 1, Desclée, París, 1945, p. 179-180.

[5] — DTC, art. «Clemente de Alejandría», t. III A, col. 141 (A. de la Barre).

[6] — San Justino, Apologías (texto crítico, traducción, comentario por André Wartelle), París, Études augustiniennes, 1987. La nota de André Wartelle (p. 313), sobre el último párrafo de este texto, es interesante:

«13, 6. Este párrafo explica la idea de la visión indistinta expresada en el adverbio ajmudrw`~ [de manera indistinta]. La idea es que existe una diferencia radical entre el germen del Logos y el Logos mismo; entre el germen de una realidad que no es más que una reproducción suya y que se da a cada uno sólo según su capacidad, y esta realidad misma cuya participación e imitación no se deben sino a una gracia que procede de ella. Justino distingue claramente lo que se llama el orden de la naturaleza y el de la gracia».

[7] — Verso 5.

[8] — Ver Clemente de Alejandría, Los Stromata (traducción y notas del padre Claude Mondésert S.J.), París, Cerf, «Sources Chrétiennes» nº 30, 1949, p. 117-119.

[9] — Sal 95, 5 y 1 Co 10, 20.

[10] — Y esta filosofía griega será asumida por los Padres de la Iglesia, y sobre todo por santo Tomás de Aquino y los teólogos escolásticos, para ser la sierva de la teología.

[11] — Pascendi Dominici Gregis, en Documents pontificaux de Sa Sainteté saint Pie X, Versalles, Publications du Courrier de Rome, 1993, t. 1, p. 458.

OTRO GNÓSTICO: FERNANDO PESSOA

 


Por P. Flavio Mateos


Fernando Pessoa, escritor portugués alegremente destacado –cuándo no- por el confuso dúo profesoral que conduce “La última página”[1]- expresa su gnosticismo no explícitamente como tal pero en su obra se destaca: 1.la idea de un mundo ilusorio o defectuoso, 2. el sentimiento de exilio del alma en la materia, 3. la crítica de un Dios creador como imperfecto o ajeno, 4 la búsqueda de una sabiduría secreta o interior.

Pessoa, como dice el mismo Sebastián Porrini, fue un ocultista que conoció al satanista Alesteir Crowley (mantuvo correspondencia con él), nada menos. Eso no parece inquietarlo ni le sugiere la menor crítica o reparo sobre el poeta portugués. Como si fuese un detalle muy accesorio. O el hecho de que mantuviera contacto con muchos masones (hasta donde sabemos no está probado que lo fuera, pero dada la gran difusión que se le da es muy probable).

Veamos algunos fragmentos de su execrable obra:

1. "El Libro del Desasosiego" (heterónimo Bernardo Soares)

«Nadie puede saber si el mundo es una ilusión, si la vida es un sueño, si lo que vemos es o no es real. [...] Lo que llamamos realidad puede ser una ficción, lo que llamamos mentira puede ser verdad. [...] Soy como un iniciado sin rito, un sabio sin ley, que ha penetrado, no sé cómo, en la cámara secreta de la verdad.»

2. "Fragmento gnóstico" (sin título, fechado entre 1917–1930)

«O Demiurgo criou o mundo como um acto de erro. O verdadeiro Deus não intervém. O mundo é uma sombra má da luz que não conhecemos. O nosso dever é despertar, conhecer e regressar.»

«El Demiurgo creó el mundo como un acto de error. El verdadero Dios no interviene. El mundo es una sombra mala de la luz que no conocemos. Nuestro deber es despertar, conocer y regresar.»

3. De los papeles esotéricos (Apuntes inéditos)

«O mundo é um teatro onde as almas estão presas. [...] Libertar-se do corpo é acordar. O Conhecimento é a única salvação.»

«El mundo es un teatro donde las almas están presas. [...] Liberarse del cuerpo es despertar. El Conocimiento es la única salvación.»

4. En su correspondencia con Aleister Crowley (1929–1930)

«No sé si el Bien y el Mal son realidades o máscaras que encubren algo más profundo. Sospecho que el verdadero conocimiento está más allá de ambos.»

5. Barão de Teive – "A Educação do Estóico"

«Sou um derrotado da vida porque sou um vencedor de mim. Recusei tudo porque tudo me recusa. Só me resta o saber — esse saber secreto que é saber que nada vale senão ele mesmo.»

«Soy un derrotado de la vida porque soy un vencedor de mí. Rechacé todo porque todo me rechaza. Sólo me queda el saber — ese saber secreto que es saber que nada vale salvo él mismo.»

 

Nos parece que con lo citado basta y sobra para dejar asentado la clase de escritor que fue Pessoa y qué clase de intelectuales son quienes le dan difusión.

 

[1] La última página 14: https://www.youtube.com/watch?v=Eh9L869FUrE

LA SUBVERSIÓN DE LA HISPANIDAD

 


Por Bruno Acosta

 

Engolfado en los quehaceres diarios de padre de familia, profesional, profesor, escritor, no presto atención a las crónicas policiales (el diario de hoy, mañana ya es viejo; “a través de los fuegos divinos de las vidrieras historiadas, me río del viento que sopla afuera, del mar que pasa”). Pero sí me detengo en lo sustancial. Y sustancial es la idea de Hispanidad rediviva, cuyo eco se hace sentir aquí y acullá, en el Nuevo y en el Viejo continente. En tal sentido, participaré, si Dios lo permite, en las “II Jornadas de la Hispanidad” a celebrarse en octubre en Buenos Aires.

Pero esta idea noble, la Hispanidad, este fuego sagrado que promete grandes cosas para América, por ser eso -por ser noble, por ser promisorio- está siendo adulterado, desde ya, por los agentes del Mal, para mi inocente sorpresa.

Y no hablo, en este caso, de la ponzoña carlista (el panfleto “Españoles que no pudieron serlo”, de Ullate, data de 2009) sino de algo mucho más actual. Por un lado, me entero de la infiltración masónica en eventos hispanistas en la propia Madre Patria. Así, un texto de divulgación denuncia:

¿Cómo es posible que permitamos a los masones participar a cara descubierta en nuestros actos? Lo hicieron en el Campo de Gibraltar, micrófono en mano; lo hicieron en Cartagena concediendo oropeles a algunos destacadísimos miembros del movimiento hispanista, y lo hicieron en Valencia, donde el candidato a Gran Maestre de la Masonería ofreció los medios que fuesen necesarios para el desarrollo del movimiento.

Y lógicamente amonesta: “Parece de Perogrullo que la masonería ha sido el arma con la que Inglaterra ha destruido y dominado la Hispanidad. Y siendo así, resulta demencial que hoy sea entendida como aliada en la reconstrucción de la Hispanidad.”

De otro, la subversión toma un barniz incluso menos perceptible para los neófitos. A caballo de una peligrosa tendencia neopagana, hay quienes pretenden adulterar el concepto de Hispanidad acercándolo a autores heterodoxos. Por ejemplo, un tal Guillermo Mas, diletante español casi caricaturesco, quien con apenas veintitantos años, ha escrito un mamotreto en el que explica el origen y el desarrollo del mundo. Una crítica de un lector de Amazon sobre este libro (“La traición de los europeos”), héla aquí:

“Un centón de citas y recursos a autoridades a millares sin justificar con una nota a pie de página. Un compendio de pedantería afianzada en abrumar a cualquiera con docena y media de nombres propios por página. Un cortaypega de artículos para la ocasión o una reunión de micro ensayos de tardes de melopea. Ni un dato sobre la biografía o currículum académico del autor, quien se permite descalificar a Jung en tres líneas y llega a citar una treintena de nombres en una página. Sin duda ha tenido tiempo y capacidad para leer mil veces más que los dos Menéndez (don Marcelino y don Ramón) juntos elevados a la enésima, con el Aquinate por montera.

Pesado, pedante, abrumador con tufos de ¿proselitismo? Sin afianzar la documentación. Sin bibliografía (habría que poner: ‘véase Biblioteca Nacional, Vaticana, del Congreso y otras’). Sin editorial ¿no suena raro? Solo Amazon, tal vez bajo demanda.

Útil para los días de invierno los que tengan chimenea de leña.”

Pero esto (propio, quizás, de un descarriado espíritu juvenil pedantesco y autodidacta -¡ay de los autodidactas sin método!-) no es lo peor.  Lo peor es que el tal Mas tiene como referentes, verbigracia, a Evola, a Nietzsche y a Alain de Benoist.

Si los enemigos están pretendiendo, con disidencias más o menos controladas, subvertir la idea de Hispanidad, es puesto que está calando; tarea nuestra es separar el trigo de la cizaña y demarcar la derecha vía, que no puede ser sino enteramente católica, sin máculas masónicas ni paganas (ajenas al espíritu español que hizo Historia).

 

https://reverdad.blogspot.com/2025/09/la-subversion-de-la-hispanidad.html