“Ante nuestros ojos aparecen en lucha dos tradiciones; lejos de conducir el mismo contenido nocional son antagonistas. La una transmite sin disimulo la religión del verdadero Dios, y es la Tradición apostólica, en la cual la tradición primordial está totalmente incluida. La otra, llamada por los neognósticos Tradición primordial, transmite, bajo un disfraz de luz, la religión tenebrosa que quiere ponerse en el lugar de Dios”. (Jean Vaquié, Ocultismo y fe católica: los principales temas gnósticos).

viernes, 17 de octubre de 2025

ALGUNAS DEFINICIONES RELATIVAS AL SIMBOLISMO CRISTIANO

 


Por JEAN VAQUIÉ

 

No hay duda de que Dios pone ARMONÍA ENTRE LAS DIVERSAS PARTES DE SUS OBRAS. Y esta armonía Él la pone en el espacio y en el tiempo.

A. En el espacio, Dios ha puesto correspondencias entre la creación espiritual y la creación material (entre lo visible y lo invisible).

Estas correspondencias entre lo ALTO y lo BAJO son reconocidas por los autores cristianos que sacan todas las consecuencias didácticas que ellas contienen.

Estas correspondencias, que están en la naturaleza de las cosas, no escapan a la gente de la "Contra-Iglesia" que las han inscripto en la "Tabla de Esmeralda": "Lo que está abajo es como lo que está arriba".

Así pues, las dos escuelas coinciden en el principio de la armonía universal.

B. En el tiempo, la misma armonía hace que las OBRAS DE DIOS LLAMEN Y SE RECUERDEN. El "Primer Adán" llama al "Segundo". Y el "Segundo" recuerda al "Primero", ya que se proclama "Hijo del Hombre", es decir, "la posteridad de Adán".

En resumen, la creación física es un reflejo del Creador. Y obtenemos un primer conocimiento del Creador al observar su reflejo "simbólico" en las criaturas.

Hasta ahí, las cosas son simples y el buen simbolismo sólo requiere no confundir al Creador con su reflejo.

Sólo que las cosas se complican porque la creación real es PROBATORIA, por lo tanto ALEATORIA. La humanidad libre está destinada a ser juzgada. Ella es puesta a prueba. Cada cosa en la naturaleza es una enseñanza que puede solicitar al hombre, sea a ascender al cielo, sea a descender al infierno.

Cada cosa, por lo tanto, tiene un sentido BENÉFICO y un sentido MALÉFICO. Así es como hay un "león que clama en el desierto", pero también otro "león quaerens quem devoret". El primero es la figura del profeta que anuncia al Mesías, el segundo es la figura del demonio.

La ambivalencia de los símbolos se acentuó con la Caída, que agravó el sentido maléfico de ciertas cosas. Por ejemplo, algunos animales devinieron dañinos e inmundos, simbolizando los vicios.

Esta es la regla general. Ella no sería demasiado difícil de aplicar, si fuera absoluta. Por desgracia, esta regla de la Ambivalencia de los símbolos tiene sus EXCEPCIONES.

Así es como la SERPIENTE o el DRAGÓN se toman siempre a mal parte. No existe la "serpiente buena" (la serpiente de bronce no es una serpiente buena es la figura de Cristo "haciéndose" en una serpiente aunque no por naturaleza).

Así es también como se toma siempre la paloma en buena parte. No hay una malvada paloma.

Por lo tanto, el pensamiento simbólico demandará INTELIGENCIA:

"El que tenga inteligencia, que entienda lo que el Espíritu dice a las Iglesias" (Apoc.)

La inteligencia de la que se trata aquí es el don del Espíritu Santo que permite DISTINGUIR.

- La SABIDURÍA une,

- La INTELIGENCIA distingue,

- El CONSEJO elige lo que se ha distinguido,

- La PIEDAD conecta,

- La FUERZA mantiene la cohesión de las partes,

- La CIENCIA explica,

- El TEMOR se relaciona con la muerte que descompone.

¿Y cuál es la gran DISTINCIÓN que dominará la comprehensión del simbolismo?

Es evidentemente la distinción fundamental entre el Bien y el Mal. Y como el simbolismo compara objetos concretos, la oposición fundamental que guiará el simbolismo cristiano es la que existe entre JESÚS y BELIAL, que son dos adversarios que no están destinados a reconciliarse, sino a combatirse.

En otras palabras, el simbolismo cristiano es un SIMBOLISMO CON LLAVE. La "Llave” del simbolismo cristiano es Nuestro Señor Jesucristo. Es Él quien da la comprensión de este universo que fue hecho para Él.

"El universo también fue hecho por Él, y es comprensible que haya dejado su rastro en él". (San Buenaventura)

Jesucristo es la "Llave de David". La llave de David "abre y nadie cierra, cierra y nadie abre". Es Nuestro Señor quien abre el Cielo y cierra el infierno. El simbolismo cristiano nos muestra esta apertura y cierre en las cosas del Universo.

Así por ejemplo: la TIERRA, cuando se compara con el CIELO, simboliza el estado de la naturaleza. Pero esta misma tierra, cuando se la compara con el fluctuante MAR, se convierte en el símbolo de lo que es firme, es decir, del FIRMAMENTO.

Veremos que estas consideraciones no son inútiles para defendernos del FALSO SIMBOLISMO que el "Adversario" no ha dejado de elaborar. Pues esto es lo que ha pasado.

El pensamiento simbólico es un pensamiento nutritivo. Proporciona al alma un rico material para la meditación. Es apto para despertar ideas y alimentar la oración. Por eso la salmodia está llena de símbolos a través de los cuales el alma se alimenta de las "armonías que Dios pone entre las diversas partes de sus obras".

Pero debido al factor de apreciación, y por tanto de imprecisión, que pone en juego, el pensamiento simbólico tiene poco valor DEMOSTRATIVO. Por ello, los desarrollos simbólicos se han descuidado desde el final de la Edad Media, porque la teología cristiana se vio en la necesidad de repeler los ataques del RACIONALISMO. Abandonando los símbolos, poco precisos, prefirió el razonamiento DISCURSIVO. La justificación racional del dogma ha ganado, ciertamente. Pero la piedad ha perdido. La religión se ha visto frustrada de un lirismo que sin embargo era necesario para el alma.

Mientras los teólogos, ocupados en luchar en el campo de la demostración, abandonaban el simbolismo, que era demasiado vago, la escuela de pensamiento masónico se apoderó del simbolismo universal y, aprovechando el carácter apreciativo de todas las comparaciones, pudo recurrir fácilmente al simbolismo en su sentido y en su dirección, y se ha beneficiado mucho de ello. Hoy en día, ella domina el simbolismo y lo ha convertido en su propiedad. Hoy, el simbolismo universal ya no es cristiano; ha devenido "masónico".

La escuela masónica trata el simbolismo con su propio espíritu. Y este espíritu no es el espíritu de la INTELIGENCIA que distingue y opone a JESÚS y a BELIAL. El espíritu masónico, por el contrario, reconcilia a Jesús y a Belial. Pero la escuela masónica es POLIMORFA. También encontramos en ella varias concepciones de simbolismo.

La fracción principal de la escuela masónica reclamará un simbolismo SIN LLAVE que llamará el SIMBOLISMO ABIERTO. Su carta será la de la “Tabla de Esmeralda”:

"Lo que está abajo es como lo que está arriba".

Por lo tanto, el universo "alquímico" es un universo que es AUTO-SIGNIFICANTE y por lo tanto también un universo AUTO-SUFICIENTE. Pero entonces, este universo se une a la metafísica de Lucifer, que también se declara autosuficiente.

Sin embargo, siempre ha habido una escuela masónica cercana al cristianismo, que profesa reconocer a Cristo como la LLAVE del universo. Esto es particularmente cierto en la escuela actual del ESOTERISMO CRISTIANO.

Solamente, en este simbolismo "esotérico" (el de Jean PHAURE y Paul BARBANEGRA por ejemplo [en Francia]), es la doble función de la llave que no será respetada como debería serlo. Sabemos que la llave de David "abre y nadie cierra, cierra y nadie abre".

Sin duda, los esoteristas cristianos aceptan que Cristo, proclamado la llave de su simbolismo, abre el Cielo: él es, en efecto, la cumbre de la Creación. A este respecto, incluso se puede tener la impresión, en un examen superficial, de que este simbolismo satisface la condición esencial del simbolismo cristiano.

Desgraciadamente, se puede ver al mismo tiempo que, para estos "esoteristas", el significado simbólico de una catedral cristiana coincide con el del templo de Angkor o la Pirámide egipcia: en ellos reinaría el mismo "espíritu". El Cielo se abre así no sólo por Cristo, sino también por divinidades que no son Cristo y que se parecen extrañamente a Lucifer.

En cuanto al cierre del infierno por el simbolismo del esoterismo cristiano, es muy problemático, ya que los demonios, en este sistema, como en el de R. Guénon, se definen como entidades del "mundo intermedio", es decir, seres de naturaleza semi-física y semi-espiritual.

Se trata de una perversión del simbolismo cristiano que alcanza su máximo de sutilidad y, por tanto, es muy difícil de discernir”.

 

JEAN VAQUIÉ, Cahiers Jean Vaquié N° 9, Agosto de 1990.