martes, 28 de marzo de 2023

CHESTERTON CONFERENCIA

 


- ¿Preferiría ser flaco?

- No. Mi peso nos suministra un tópico con el que podemos empezar esta sesión de preguntas y respuestas.

- ¿Qué piensa sobre el infierno?

- Lo considero como una cosa para evitar.

- ¿Qué piensa de la lengua alemana?

- La miro con un profundo agnosticismo.

- Si quedara abandonado en una isla desierta con un solo libro, ¿qué libro sería?

- Un manual de construcción naval.

- ¿Podría levantar un poco la voz, por favor?

- Hermana, ¡no se está perdiendo nada!

- ¿Qué piensa que pasará en la próxima gran revolución: la revuelta de la Naturaleza contra el hombre?

- Espero que el hombre no dude en defenderse a los tiros.

- ¿Acaso la verdad no es más que la concepción que cada uno tiene de las cosas?

- Esa es una enorme burrada. Todo pensamiento no es más que un intento por descubrir si nuestra concepción de las cosas es verdadera o no.

- ¿Cree en la amistad entre el hombre y la mujer?

- Señora, si yo la tratase a usted durante dos minutos como si fuera un camarada, usted me echaría de su casa en menos de lo que canta un gallo.

- Parecería que usted lo sabe todo.

- Señora, no sé nada. Ya lo dije, soy periodista.

- En caso de que tuviese que cambiar de postura, ¿qué táctica adoptaría?

- En tales casos, invariablemente me suicido.

 

Tomado de la introducción a Common Sense 101 / Lessons from G.K. Chesterton por Dale Ahlquist,2006, Ignatius Press, San Francisco.

(Tradujo Jack Tollers)


Teilhard y su Ángel: ¿Nihil obstat?

 


“Nuestra época tiene algunos ídolos venerados: Moloch, Mammon, Príapo. Hay que añadir Belfegor, el demonio de la confusión mental”.

(Giovanni Papini)

 

Nuestro mundo conoce demasiados maestros del error, falsos profetas, de quienes un día dijo Dios: Yo no he enviado a los profetas, y ellos corrían; no les hablaba, y ellos profetizaban (Jer. 23,21). Pseudoprofetas que envenenan las almas con extrañas y falsas doctrinas

(Catecismo Romano del Concilio de Trento, Prólogo, III)

 

Escribir sobre Telar Chardón en la Argentina ignorando al P. Meinvielle es descaro, ignorando el Monitum pontificio, es inobediencia

(Padre Castellani)

 

 

No podía ser de otro modo. Así como Häckel y Teilhard hicieron fraude con sus experimentos científicos, los seguidores de este último “Maestro” imitan el bajo procedimiento de la falsía con el fin de defender sus teorías y opugnar a sus contradictores.

Sin dudas puede ser una forma de honrar a su maestro, pero no una forma de honrar la propia condición de católico.

¿Ha ocurrido lo mismo con Ángel Faretta? Daremos los hechos y el lector podrá sacar sus propias conclusiones.

Hablamos pues, en concreto, del crítico de cine, teórico, escritor y bon vivant Ángel Faretta, que, sacado de sus casillas, como él mismo admite (no es el mejor modo de dar una charla, desde luego) registra un video para su canal de YouTube (SOBRE TEILHARD DE CHARDIN Y CIERTOS "MALOSENTENDIDOS..." https://www.youtube.com/watch?v=2_2u5rJyf9E&t=135s), el cual vamos brevemente a comentar.

Comienza el lamentable video dando a entender de entrada, indirectamente, que los que critican a Teilhard de Chardin (o los que lo critican a él por defender a Teilhard de Chardin) son unos estúpidos; lo dice de manera pretendidamente elegante citando al escritor francés Paul Valéry: “La estupidez no es mi fuerte”. Bueno, pues acá nos gustaría citar una pequeña lista de los “estúpidos” que a lo largo del tiempo han refutado y han puesto en evidencia, de arriba abajo y de un costado al otro, del derecho y del revés, las doctrinas y prácticas malsanas de ese personaje siniestro que fue el sacerdote hereje, apóstata, masón Teilhard de Chardin. Es un listado incompleto de prestigiosos científicos, teólogos, filósofos, sacerdotes y escritores:

De Europa:

Biólogos: Jean Rostand (no creyente), J. Monod (no creyente), Bounoure (católico), Vernet (protestante), más una serie de sabios alemanes: O. Kühn, Standinger, Gehlen, etc., opuestos a su hiperevolucionismo; Medawer, de la Universidad de Londres (Premio Nobel).

Filósofos, etnólogos y críticos: Marcel De Corte (Universidad de Lieja, católico), G. Bastide (representante del idealismo universitario clásico), J. Ellul (protestante), E. Gilson, J. Maritain (católicos), J.-F. Revel (librepensador), Cl. Rosset (no creyente), J. Servier (no creyente), Soustelle (no creyente), Charbonneau (no creyente), Prof. Louis Jugnet, Louis Salleron, etc.

Teólogos: R.P. Garrigou-Lagrange O.P., R.P. Philippe de la Trinité (Roma), Mgr A. Combes (jefe de investigaciones de C.N.R.S.), los Padres Guérard des Lauriers (antiguo alumno de la Escuela Normal Superior, agregado de ciencias, doctor en filosofía, maestro en teología, profesor en la Universidad de Letran, especialista en filosofía de las ciencias), Roger Calmel (Dominico), Frénaud (Benedictino) ; Hugedé (protestante, Universidad de Ginebra), Mons. Marcel Lefebvre, Don Luigi Villa, Charles Journet y muchos otros.

De Argentina:

Padre Leonardo Castellani, Padre Julio Meinvielle, Dr. Enrique Díaz Araujo, Rubén Calderón Bouchet, Dr. Horacio Boló, Abelardo Pithod, Carlos A. Sacheri, Aníbal D’Angelo Rodríguez, etc.

Nos parece que al leer esta lista, uno lo menos que puede hacer es evitar tildar de “estupidez” la crítica a Teilhard, y más bien la acusación, como un boomerang, parece volverse contra el que la ha arrojado. A no ser que se pretenda apuntar a alguien en particular, pero en ese caso se lo debe aclarar. Pero, en su video Faretta apunta en general a los que “hinchan” con (y no “por”) Teilhard. Y bien, estamos en buena compañía. Hinchemos un poquito.

NOVEDAD EDITORIAL: “APOCALYPTO. La Buena Nueva”

 


Libro en papel e Ebook, 120 páginas:

https://www.amazon.com/dp/B0BZC3P2PT?ref_=pe_3052080_397514860


EN TIEMPOS DE REVOLUCIÓN

 



“En tiempos de revolución, los únicos que son útiles son los que rechazan todo; todos los otros le hacen el juego”.

 

René Bazin


martes, 14 de marzo de 2023

NOVEDAD EDITORIAL: LA PASIÓN DE CRISTO

 


Libro en papel y ebook:


ENTREVISTA SOBRE LA PASIÓN DE CRISTO. EL TRIUNFO DE LA CRUZ

 



POR JAVIER NAVASCUÉS

 

Flavio Mateos es un escritor argentino que ha sentido la llamada al sacerdocio. Habiendo dejado atrás un largo pasado en el ateísmo y la militancia comunista, tras su conversión a la fe católica empezó a ajustar cuentas con aquello que había ocupado su vida en el pasado: el periodismo y el cine. Con libros como “El Libro Negro del Periodismo” (Ediciones Bella Vista, 2012) o su blog “Videoteca Reduco” y los libros “La Pasión de Cristo de Mel Gibson. El triunfo de la cruz”, “El mirar del cine”, “Lo esencial de Alfred Hitchcock”, “Vértigo. El enigma vertical”, “Videoteca Reduco” y “Avatar y el cine anticristiano de james Cameron” (casi todos editados por Ediciones Reacción), se ocupó de desnudar el liberalismo y el gnosticismo presentes en los medios de comunicación, a la vez que de rescatar los valores cristianos en el llamado “arte del siglo XX”. Difusor del mensaje de Fátima a través de su blog “Agenda Fátima”, en la presente entrevista nos habla de su libro La Pasión de Cristo (sobre la obra de Mel Gibson). El triunfo de la Cruz.

 

¿Por qué un libro sobre La Pasión de Mel Gibson?

El libro fue escrito, como explico en su prólogo, poco después del estreno de la película en Argentina. Usted me pregunta por qué un libro. Le voy a ser sincero, se dieron de bruces dos condiciones que irremisiblemente me impulsaron a sentarme y escribir: por un lado yo estaba atravesando mi segunda conversión al catolicismo, habiendo incursionado recientemente en la Tradición y la Misa tridentina, así que mi estado era el del “fervor del recién converso” que descubría los tesoros que hasta ese momento le habían escamoteado, y la película no vino sino a avivar ese estado; por el otro lado, además de los obvios opositores a la película (los progres, los modernistas, los peatones del mar rojo) aparecieron una serie de personajes católicos, mismo en la Tradición, impugnando acremente la película, sin argumentos de peso en su desdén. Descubrí que casi todos ellos eran profesores que habían ido a ver la película en “actitud profesoral”, más bien con poca aptitud para dejarse atrapar por una película que no se parecía a nada que se hubiese filmado antes sobre Jesucristo. El pensamiento de estas personas elabora más o menos esta idea que finalmente se les cae al rostro: “¿Cómo un actor hollywoodense va a venir a enseñarme algo a mí, Profesor Fulano, que tengo cátedras y licenciaturas?”.

Ahora que publico el libro sigo encontrando profesores que siguen diciendo exactamente las mismas cosas. No puedo dejar de recordar cuando Gómez Dávila decía: “No todo profesor es estúpido, pero todo estúpido es profesor”. Así que, como puede ver, el libro nació, al igual que la película, polémico y con afán de despertar a algunos y parar en seco a otros que hablaban de cine sin tener idea de lo que decían. Gracias a Dios no todos los profesores son así. Y lo digo coincidiendo con un maestro como el Profesor Louis Jugnet, que decía que compete a la teología y a la filosofía juzgar a la literatura, y no al revés. Pero sucede que antes que nada hay que tener consciencia de lo que en arte, en este caso el cine, está bien o mal hecho. Y si me apuran y a riesgo de parecer antipático, le digo lo mismo que Leopoldo Marechal: “Si la belleza es la sola razón necesaria de una obra de arte, la intuición de lo bello aparecerá como primera virtud del crítico, virtud indispensable, sin la cual toda crítica resulta imposible”. Ahora bien: el conocimiento de la belleza se realiza por una intuición de orden suprarracional que algunos poseen y otros no; y aunque tal afirmación, rigurosamente verdadera, suele repugnar a los profesores de ciertas doctrinas igualitarias, no hay más remedio que admitirla, y reconocer que la percepción de lo bello no está al alcance de todo el mundo. De lo cual se infiere que la idoneidad del crítico finca, sobre toda otra virtud, en la posesión de aquel sentido interno gracias al cual, frente a una obra de arte, le será dado hacer una primera afirmación, la primera y la única fundamental: “esta obra es o no es bella”.

En otras palabras: el arte no es democrático. También se puede encontrar en el cuerpo profesoral denigrador de la película algún “maestro” que elogia el arte barroco pero que no se da cuenta de que esta es una película barroca, en el sentido artístico, político y religioso: la misa no es una fiestita donde vamos a cantar y tomarnos de la mano embobados, sino un sacrificio, “El Sacrificio”, ¿cuál? El que se nos muestra con lujo de detalles en esta película, sólo que en la misa es incruento. También se nos recuerda que el poder viene de Dios, y que la multitud no tiene por qué ser infalible: la soberanía popular es un cuento.

Advertencia

 







¡Vigile!

 


DE PLUMA AJENA

 

Un católico antipático: Evelyn Waugh

 

 


 

Por Adriano Erriguel 

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 Evelyn Waugh fue posiblemente el mejor escritor británico de su generación. Lo que no es poco decir, habida cuenta de que su época –la primera mitad del siglo XX– fue la última edad de oro de la literatura europea. Tenía Waugh un carácter rasposo, cáustico y atrabiliario. Cuentan que un día, en una fiesta, una matrona le espetó: “siendo tan católico como dicen que es ¿cómo puede usted ser tan grosero?”. A lo que el escritor respondió: “señora, imagínese cómo sería si no tuviera fe, ni siquiera sería humano”. 

La anécdota es definitoria del temperamento de Waugh, un personaje del que se ha escrito que era fácil de admirar, pero no tanto de amar. Con esta boutade, Waugh venía a sugerir – de forma indirecta y desviada – que el catolicismo no consiste, ante todo y por encima de todo, en hacer amigos. Lo que tampoco debería sorprender mucho, habida cuenta de que escrito está en el Evangelio “no he venido a traer la paz, sino la espada”. 

Evelyn Waugh era un católico antipático. Y en unos tiempos en los que la religión se diluye en servicios asistenciales, en terapias de autoayuda y en ñoñerías inocuas, eso es lo que le hace, a nuestros ojos, simpático. Como escritor, como católico y como personaje, Evelyn Waugh era una criatura del viejo mundo. Vista desde hoy, su obra es una displicente impugnación de los dogmas de nuestros días, desde un terreno – el de la novela – en el que se mezclan la teología y la literatura, la religión y la metapolítica.

Contra la “literatura católica”

Existe una prevención comprensible contra lo que se conoce como “literatura católica” o “escritores católicos”. Este resquemor se justifica en cuanto a que, con esta denominación, parece que se evoca una literatura catequética, didáctica e inclinada a tratar al lector como a un alumno.  El afán apologético limita, en los peores casos, la necesaria ambigüedad de la creación literaria y los “escritores católicos” pasan a ser, de forma más o menos consciente, simples “católicos que escriben”. Esta idea instrumental de la literatura es un riesgo no ya de los “escritores católicos”, sino de la literatura “comprometida” en general.

Existe, por otra parte, un estereotipo del escritor y publicista católico: el de una especie de “Míster Wonderful” de costumbres morigeradas y opiniones moderaditas, convencido de la bondad del mundo y de que, concluido su periplo vital, le aguarda una butaca en el Cielo. Este tipo de optimismo militante – sonríe, Dios te ama– puede resultar impostado, cuando no cargante. Como ya habrá adivinado el lector, no era éste el caso de Evelyn Waugh. 

El autor de Retorno a Brideshead era un escritor de cuerpo entero, no un católico que escribe. Pero era un escritor que, incidentalmente, también era católico. El matiz es importante, como veremos. Su visión de la naturaleza humana era cínica y desoladora, y bien habría podido cantar – con los Monthy Python en La Vida de Brian– “Life´s a piece of shit, when you look at it” (bien mirado, la vida es una mierda). Arrogante e inclinado a la misantropía, petulante y maledicente, homosexual intermitente y adicto al sexo y al alcohol, nada hacía presagiar en el joven Waugh a un católico abonado a la misa tridentina. 

Cuerpos viles

Nacido en una familia bien, los primeros pasos en la vida de Waugh fueron caóticos. Tras interrumpir sus estudios en Oxford – que acabaron en un fiasco – empezó a encadenar trabajos-basura. Fue maestro de escuela hasta que fue despedido por embriaguez. Tras un (tragicómico) intento de suicidio y tras verse engañado y abandonado por su primera mujer, Waugh encontró su camino en la escritura. El reconocimiento no tardó en llegar. 

Su primera novela – Decadencia y Caída– marcó el tono de lo que vendría después. Waugh retrata un mundo en el que la degeneración y la villanía son los estados naturales del hombre. Es la historia de un maestro en una escuela infantil plagada de borrachos, de abusadores de niños y de ex convictos, mientras que la madre de uno de los alumnos es la madame de una red de prostitución. El éxito comercial y literario fue inminente. Su siguiente novela – Cuerpos Viles– es un retrato satírico de la vida hedonista y decadente de la juventud dorada (the bright Young Things) en el Londres de la edad del jazz: un universo plagado de ricachones pervertidos, de aristócratas estúpidos y de niñas bien con serrín en la cabeza, en el que cualquier atisbo de responsabilidad brilla por su ausencia. En Un Puñado de Polvo, Waugh narra el fracaso de un matrimonio de la alta sociedad y sitúa a su protagonista en un final de pesadilla: obligado a pasar su vida leyendo novelas de Dickens a un maníaco en la selva del Amazonas. ¿Cuál era la fórmula de Waugh?

Sea Ud. sincero consigo mismo