martes, 29 de abril de 2025

29 DE ABRIL – ANIVERSARIO DE LA MUERTE DE ALFRED HITCHCOCK III

 

 


Alfred Hitchcock y el jesuita

 

Por Donald R. McClarey

 

Cuando era niño me encantaba ver Alfred Hitchcock Presents, conocido en sus últimos cuatro años como The Alfred Hitchcock Hour.  Su ingenio socarrón y su macabro sentido del humor me resultaban enormemente atractivos y, sin duda, influyeron en el desarrollo de mi propio sentido del humor.  Hitchcock era católico, aunque algunos han afirmado que se distanció de la fe más tarde en su vida.  El padre Mark Henninger relata en The Wall Street Journal su propio encuentro con Hitchcock poco antes de su muerte.

 

Por aquel entonces, yo era estudiante de filosofía en la UCLA, y era (y sigo siendo) sacerdote jesuita. Un compañero sacerdote, Tom Sullivan, que conocía a Hitchcock, me dijo un jueves que al día siguiente iba a confesarse con él. Tom me preguntó si el sábado por la tarde le acompañaría a celebrar una misa en casa de Hitchcock.

Me quedé estupefacto, pero por supuesto dije que sí. Aquel sábado, cuando encontramos a Hitchcock dormido en el salón, Tom lo sacudió suavemente. Hitchcock se despertó, levantó la vista y besó la mano de Tom, dándole las gracias.

Tom le dijo: «Hitch, éste es Mark Henninger, un joven sacerdote de Cleveland».

«¿Cleveland?» Dijo Hitchcock. «¡Qué vergüenza!»

Después de charlar un rato, todos cruzamos desde el salón a través de un corredor hasta su estudio, y allí, con su mujer, Alma, celebramos una misa en silencio. Frente a mí estaban los volúmenes encuadernados de los guiones de sus películas, «Los pájaros», «Psicosis», «North by Northwest» y otras, una gran distracción. Hitchcock llevaba algún tiempo alejado de la iglesia, y respondía a las respuestas en latín a la antigua usanza. Pero lo más notable fue que, tras recibir la comunión, lloró en silencio, con lágrimas rodando por sus enormes mejillas.

Cualquier sacerdote puede contar cientos de historias similares de personas cercanas a la muerte que abrazan la Fe, o vuelven a ella.  Durante la vida, la mayoría de nosotros adoptamos muchas poses y máscaras a medida que avanzamos en todas las actividades que componen una vida.  Sin embargo, al final nos enfrentamos a la cruda realidad de la muerte y el tiempo de la ilusión cesa mientras nos preparamos para enfrentarnos a la Realidad Última.  Descanse en paz, Sr. Hitchcock, y espero que los ángeles se rían de sus chistes.

 

https://the-american-catholic.com/2024/04/30/66372/