jueves, 17 de noviembre de 2022

CASTELLANI Y LOS HETERODOXOS

 




 

Reproducimos la primera parte del capítulo titulado “Castellani y los heterodoxos”, lo que falta está en el libro CASTELLANI Y LEFEBVRE, de reciente aparición (disponible en este enlace

https://www.amazon.com/-/es/gp/product/B0BDHMQZLS/ref=dbs_a_def_rwt_bibl_vppi_i4 )

 

“Para la generación que viene, hay una apasionante aventura a emprender: la aventura de la ortodoxia católica. Hay que hacerla triunfar. Hay que explicarla mostrando a la vez su lógica sobrenatural y su majestuoso misterio. Aventura apasionante por dos razones, primero porque la batalla será ruda, lo que es ya un atractivo para los espíritus combativos; y después porque la victoria está adquirida de antemano por el hecho de la incomparable solidez del dogma. Es lo propio de la verdad triunfar. ‘Tened confianza, yo he vencido al mundo’ ha dicho Jesús. ‘Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida’”

Jean Vaquié, Occultisme et foi catholique.

 

“…en nuestra religión no hay cosas esotéricas o reservadas a los iniciados, como p. ej. los misterios de Eleusis en Grecia, sino todo lo contrario: los que se hacen pequeños son los que entienden.”

Monseñor Straubinger, comentario a Prov. 1,20.

 

“Nadie es sabio si no es piadoso.

Para ser piadoso hay que hacerse pequeño”.

Joubert

 

 

Tema que se las trae. Pero no vamos a hablar, a la manera de “Castellani y los zurdos”[1], de las relaciones que pudieron haberse dado entre Castellani y los heterodoxos, sino del hecho notable de que muchos heterodoxos se sienten atraídos por la obra y la figura de Castellani, aunque esto no los ha llevado a integrarse al catolicismo verdadero, quedándose en devaneos intelectuales muy apropiados para concertar sus propias obras (y vidas) dentro del campo de la vaporosa “metafísica operativa”, como le llaman. No sabemos hasta qué punto algunos de ellos son gnósticos iniciados o apenas despistados “onanistas intelectuales” que se intoxicaron en una borrachera de “Tradición primordial”. Dios lo sabe. Pero debe dejarse en claro que no puede asociarse Castellani a la troupe de charlatanes gnósticos, filo-masones, tradi-modernistas (aunque se auto perciban antiliberales), etc., que no son sino sembradores de confusión y de error. Decimos esto sabiendo que abundan en el shopping internáutico las ofertas de charlas, artículos, libros, entrevistas y conferencias que a priori se oponen a la “Modernidad” o al “Nuevo Orden Mundial”, y entonces atraen a los curiosos ya hartos del demencial mundo progresista en que (sobre)vivimos. La cuestión es desde qué lugar lo hacen, para saber si son realmente una verdadera reacción y resistencia, o sólo una distracción y desvío del verdadero combate. Peor aún, un camino que aleja de la salvación.

Mencionamos el caso de Bloy y la inmensa confusión en torno a él, en parte seguramente por influencia de la superficial y benevolente aproximación de Castellani[2] a tal heterodoxísimo personaje. Dicho esto con lengua de terciopelo.

Bloy nos llevó a De Prada, del cual ya señalamos algunos de sus contubernios heterodoxos y/o blasfemos (Bloy, Scorsese, Pasolini, Borges, Weil, Thibon…malditos)[3].

A propósito de “malditos”: Castellani fue señalado por Randle como un “maldito”, en el sentido de que fue tratado así por la “intelligentsia” que dominaba el cuadro religioso, intelectual y cultural tanto de la Iglesia en general como de la Argentina en particular. En ese sentido, Mons. Lefebvre, que fue perseguido también por los que estaban encima suyo (las autoridades constituidas, como diría Castellani), fue tratado de “maldito” con, sobre todo, la injustísima e ilegítima “excomunión” que le asestaron, así como a Castellani le habían prohibido decir misa, confesar y predicar. En ese sentido, lo fueron ambos. Perseguidos.

En fin, se habla de “escritores” o “artistas malditos”. Pero atención: pueden serlo tanto Poe como Castellani, Van Gogh como Piazzolla, Robert Walser como Alfred Hitchcock, no necesariamente ha de ser un personaje estrafalario, bohemio y resentido, maltrecho, malafortunado y neurótico, quien lleve esa calificación, sino uno que el “sistema” desdeña, destrata, no comprende o busca hacer a un lado insidiosamente. ¿Y Bloy? “Maldito” es quien lo es a pesar de sí mismo, y no quien lo busca como una marca de identidad. Bloy fue un perseguido por el personaje Bloy, y la tenebrosidad de que acusaba al empresario de pompas fúnebres era su sello personal para identificar al catolicismo según su invariablemente furioso estilo[4]. Pero ya dejamos asentado bastante de ese “maldito”. ¿Y entonces? Entonces pasa que los heterodoxos, que per se se ubican en los márgenes del pensamiento oficial, buscan a los que quieren emparentar o con quienes desean emparentarse, sobre todo si se trata de “perseguidos”, “incomprendidos”, “extravagantes”, “resistentes”, “castigados” y “sufrientes”.

Otro motivo indudable es que se encuentra en Castellani a un agudo pensador anti moderno, un fuerte contradictor del iluminismo, del liberalismo, de la inmanencia y la mediocridad reinantes, del fariseísmo y del progresismo, de la falsificación y envenenamiento de las fuentes de la cultura. Se encuentra en él ideas afines a toda una serie de pensadores que se califica de “antimodernos”, aunque por razones muy diversas. De allí que los heterodoxos no obtengan de Castellani todo el provecho que se podría obtener (para eso tendrían que ser ortodoxos). Porque, convengamos, Castellani es sacerdote católico, sostiene la doctrina católica, su misión personal ha sido combatir por ella, por el honor de Dios y de la Iglesia (y por la patria Argentina, ¡velay!) y no puede separarse su obra de su doctrina (que no es suya propia, sino de la Iglesia). El problema es cuando, además, la confusión está hecha en base a una pretendida “convivencia pacífica y armoniosa” de doctrinas –e incluso actitudes- incompatibles, o una dilución del Dios verdadero y la Religión verdadera a favor de una abstracta “Divinidad” (el demiurgo o como quieran llamarle). Pero es que los heterodoxos son maestros de la confusión. Y cualquiera que se allega a Castellani por vez primera, puede “meter todo en la misma bolsa”, lo cual no es justo y, además, es peligroso.

¿Puede haber también en otros una maniobra de quinta columna, un entrismo gnóstico que busca viciar el ambiente cultural católico tradicional-conservador? También es posible.[5]

Entre los intelectuales heterodoxos argentinos que han mostrado algún interés por Castellani pueden contarse Ángel Faretta, Alberto Buela, Lucas Carena, Sebastián Porrini o Diego Ortega (en general y en mayor o menor medida influidos por el pensamiento de René Guénon; otro guenoniano del ambiente católico argentino que ha aparecido es Ramiro Campodónico).

Recientemente el biógrafo Randle sostuvo una larga entrevista filmada con Porrini y Ortega, dos profesores que tienen bastante audiencia en un canal de Youtube llamado “La última página”. Se trató de una charla “descontracturada”, como la llamó alguien apropiadamente, nimbada de risotadas y de humos de tabaco y regada de generoso scotch (incluso Randle parece haber terminado bastante “chupado” en el final de la charla). Todo muy divertido y muy ameno, una amical charla de café reemplazado por el whisky con soda en el pub de Randle, aparentemente una celebración doméstica de Castellani. Perfecto, salvo que: 1) Ortega y Porrini son ambos defensores de la masonería (¡Porrini confiesa en su canal de Youtube que ha ido muchas veces a la biblioteca de la masonería en Bs. As.!) e impugnan a quienes la combaten, 2) son constantes propaladores del gnosticismo, 3) Porrini publicó un libro titulado "Los otros. La metafísica operativa en los siglos XX y XXI" cuya sinopsis indica que “Este ensayo recupera los aportes de esos “otros” que enriquecieron con su tarea ímproba ese conocimiento que reconoce al ser humano como un ente físico, psíquico y espiritual, dimensiones que lejos de la vacuidad sígnica impuesta por la intelligentzia académica, reconstituyen su esencia natural, su pertenencia al cosmos, su aspiración innata a la trascendencia”. Se trata, en verdad, de una reivindicación de toda una serie de escritores esotéricos, gnósticos, cabalistas y masones, budistas e hinduistas, entre quienes incluye a: René Guénon, Ananda K. Coomaraswamy, Frithjof Schuon, Gershom Scholem, Julius Evola, Héctor A. Murena, Ángel Faretta, Francisco García Bazán, etc. Ni se priva Porrini de transmitirnos -cual si fuese el mismísimo Bergoglio- el “reservorio de sabiduría” de la cultura mapuche[6].4) La editorial que publicó el libro de Porrini es española y se llama “Matrioska”. Se especializa en editar libros de masones, pastores protestantes y hasta del satanista Alesteir Crawley. A todas luces es una editorial anticatólica (aunque no lo expliciten, todos esos personajes combaten a la Iglesia). En definitiva, el perfil de esos intelectuales (Castellani los llamaría, con su estilo, macaneadores) es todo lo contrario de un católico como el citado sacerdote, que sirvió siempre a la verdad. ¿Qué puede haber en común, entonces, entre emprender esa vindicación de la falsa sabiduría (verdaderamente anticristiana) y el acercamiento a un autor verdaderamente católico, un teólogo y filósofo tomista? ¿Por qué Randle dialoga con estos personajes como si fuesen viejos y queridos amigos de parranda, cual si fuesen “del mismo palo”?[7] ¿Y cómo ha repercutido después en estos dos “vendedores de humo” el “saber tradicional” que habrían ido a buscar en Castellani? ¿Van a incluirlo a él también en su amplio supermercado de fruslerías “trascendentes”? Esto no hace sino sumar confusión, para meter dentro de la misma oferta “trascendente” a Castellani, al lado de todo tipo de lenguaraces. Randle puede tener los amigos o amigotes que quiera, por supuesto, pero que no se lleve a la anarquía de las ideas a quien es testigo de la entrevista involucrando a Castellani o haciéndole correr el riesgo de meterlo en, como ya dijimos, una “tradición” que es cualquier cosa: un cambalache “trascendente”.

El Padre Sardá y Salvany diserta acerca de “varios modos con que sin ser liberal un católico puede hacerse no obstante cómplice del liberalismo”. Puede cambiarse liberalismo por “masonería”, “gnosticismo” o “esoterismo” y la enseñanza se mantiene (las negritas nos pertenecen):

“2do. Aun sin estar formalmente afiliados a un partido liberal, antes haciendo pública protesta de no pertenecer a él, contraen también complicidad liberal los que manifiesten por él públicas simpatías, elogiando sus personajes, defendiendo o excusando sus periódicos, tomando parte en sus festejos. La razón es evidente. El hombre, sobre todo si vale algo por su talento o posición, hace algo en favor de cualquier idea con sólo mostrarse en relaciones más o menos benévolas con sus fautores. Da más con el obsequio de su prestigio personal, que si diese dinero, armas o cualquier otro material auxilio. Así, por ejemplo: honrar un católico, sobre todo si es sacerdote, a un periódico liberal con su colaboración, es manifiestamente favorecerle con el prestigio de su firma, aunque con ella no se defienda la parte mala del periódico, aunque con ella se disienta de esta misma parte mala. Se dirá tal vez que con escribir allí se logra hacer oír la voz del bien para muchos que en otro periódico no la escucharían. Es verdad; pero también la firma del hombre bueno sirve allí de abonar al periódico a la vista de los lectores poco hábiles en distinguir las doctrinas de un redactor de las de su vecino; y así, lo que se pretendía fuese contrapeso y compensación del mal, se convierte para la generalidad en efectiva recomendación de él. Mil veces lo hemos oído: "¿Malo es tal periódico? Pues ¿no escribe en él D. Fulano de Tal?”. Así discurre el vulgo, y vulgo somos casi la totalidad del género humano. Por desgracia es frecuentísima en nuestros días esta complicidad.”[8]

Así, si un incauto (la mayoría) entra en la página de los mencionados profesores, y encuentra amables referencias a Castellani y encima a su biógrafo colaborando con ellos, pues será dado el auditor a pensar que “esos tipos son del palo, después de todo. Si ahí está Castellani, esa gente también está en el camino de la tradición”.[9]

Pero encontramos un antecedente de Randle, que no habíamos advertido, y que permite explicar un poco mejor su flojera intelectual o su doblez de actitud (Dios lo sabe). Bajo su seudónimo Jack Tollers, en el blog “Wanderer” publicaron una traducción suya de una entrevista al gnóstico Jean Borella (ya notoriamente puesto en su sitio por católicos especialistas en el tema como Jean Vaquié y Etienne Couvert)[10]. En el artículo, Tollers-Randle comete este error, al explicar que cuando Borella habla de los católicos barrulianos, se refiere “al Monasterio Benedictino de Le Barroux”. Luego en comentario al pie se corrige…volviéndose a equivocar: “Estimado Wanderer, gracias por la publicación de lo de Borella. Con todo, me veo urgido a corregir un error que descubrí luego. Los católicos "barruliens" a los que se refiere el A. no son los del Monasterio Le Barroux como erróneamente supuse. Refiere a los "Cahiers Barrulien", una revista fundada por Jean Vaquié y (el gran tonto de) Etienne Couvertes para "denunciar la infiltración de los gnósticos en los medios católicos"”. Hasta que un comentarista le corrige luego: “Estimado Jack Tollers: Los "Cahiers" son los "Cahiers Barruel", en honor del Abbé Barruel, padre de la historiografía conspiracionista con su "Memoires pour servir à l'histoire du Jacobinisme" y publicados por el "Centre d'Etudes et de Recherches sur la penetration et le developpement de la Revolution dans l'Église Chirstianisme" con sede en Lyon.” Pero luego el comentarista corrige su propio error: “En mi comentario a JT se deslizó un error. El nombre del "Centro" es "Centre d'Etudes et de Recherches sur la penetration et le developpement de la Revolution dans le Chirstianisme"[11]. Es interesante notar que Tollers-Randle vierte allí un insulto gratuito hacia Etienne Couvert (de quien de paso escribe mal el apellido). ¿A cuento de qué viene ese insulto? Couvert (cuyos libros hemos referido) es un especialista que ha dedicado largos años al estudio y lo que afirma en sus obras lo fundamenta ampliamente. Lo menos que puede decirse es que es un autor serio. Lo mismo va para los “Cahiers Barruel”. Randle, en cambio, es un escriba que ni siquiera escribe bien y, como vimos, se equivoca varias veces en pocas líneas sin saber de qué está hablando (supone que se trata de Le Barroux ¡!), y hasta donde sabemos, no es ningún experto en el tema del gnosticismo, ni mucho menos. Entonces, ¿por qué ese insulto? ¿Por qué el enojo? ¿Y por qué no refiere cómo Couvert ha descubierto el pensamiento panteísta de Borella (cap. VI de La gnose contre la foi)? También nos resulta sospechoso que coloque en entrecomillado “denunciar la infiltración de los gnósticos en los medios católicos”, como si tal cosa no existiese, cuando la verdad es que eso existe y está comprobada[12]. ¿Acaso le molesta el trabajo realizado por Couvert porque pone al descubierto esas maquinaciones?[13] Hagamos una hipótesis amable, sympa, respecto de la actitud de Randle. Al insultar a Couvert parece reaccionar airadamente contra alguien que viene a golpear alguno de sus personajes favoritos, pues es claro que tiene una inclinación amical y fuerte apego hacia varios personajes heterodoxos o no católicos (a los cuales pueden hacérseles fundadas críticas desde el catolicismo): Bouyer, Borella, Bloy, Thibon, Weil, Lewis, hasta lo más bajo de la escala como pueden ser Dolina y el ahora eyectado Peterson (quizás nos olvidemos o hayamos cambiado alguno). Incluso recientemente publicó en su canal de Tollers el video de un sermón de un “cura” anglicano, muy simpático y entretenido (un pastor anglicano hablando sobre el “buen pastor”…eso sí que es gracioso). En el capítulo XIII de la primera parte de su biografía, hace un largo y en general acertado elogio de la amistad[14]. De allí que parece que ese valor esencial –la amistad- pueda hacer reaccionar a quien siente han tocado “un amigo suyo”. Por supuesto que es una hipótesis blanda respecto de una reacción que como dijimos nos llama la atención. El insulto que sale de la boca antes estuvo en el corazón (decimos insulto y no caracterización objetiva)[15]. 

Pero, básicamente, y más allá de estas consideraciones personales, el problema es este: se habla de una “buena gnosis”, se habla de una “Tradición unánime o primordial” y no se distinguen bien las cosas[16].



[1] Con ese título se editó un librito firmado por Pablo Hernández, que daba cuenta de las circunstanciales relaciones amicales o de proximidad que se dio entre el Padre Castellani y ciertos personajes salidos del ambiente intelectual rojo o rojizo. Relaciones que en verdad, hasta donde sabemos, no fueron muy fructuosas para unos ni para el otro.

[2] Cuando Castellani habla de Bloy habla más en literato que en filósofo o teólogo, nos parece que eso ha quedado claro, a no ser que alguien quiera justificar las burradas “teológicas” de Bloy y sus blasfemias de otra forma. En una de sus críticas a Borges (muy certeras, por otra parte), decía que Georgie servía porque daba trabajo al canónigo teologal: “Como ustedes saben, el trabajo del canónigo teologal consiste en husmear las herejías, sacarlas a luz, refutarlas, prevenir al pueblo fiel y oponerles libros sólidos y luminosos que llenen cumplidamente el hueco oscuro que a ellas dio nacimiento”. Bueno, Castellani no supo ver lo que traía “bajo el poncho” el rugiente Bloy, y una vez más lo decimos, porque salvo Meinvielle entre los católicos, y salvo algún que otro gnóstico, en Argentina nadie ha estudiado el problema del gnosticismo, y sus temas que aparecen desparramados en la literatura y el cine por todos lados. Como también ya dijimos, Castellani se equivocó apostando por Baudelaire, lo leyó recién ordenado cura –pues antes le era prohibitivo- y sin el aparato crítico necesario –que iba en Francia a desarrollarse mucho mejor años más tarde- respecto del gnosticismo.

Otro error grosso de Castellani es su descarte –aunque aquí vía una opinión que no fundamenta- del libro Un llamamiento al amor de Sor Josefa Menéndez: “Creo que las visiones de Teresa Neumann son de Dios; en cambio no creo que sean de Dios las visiones de sor Dina Belanger ni las de sor Josefa Menéndez” (Psicología humana, pág. 207). Verdaderamente el libro de Sor Josefa es un inmenso tesoro de santidad que refleja con gran sencillez las revelaciones del Sagrado Corazón de Jesús a una religiosa ejemplar. La obra cuenta con la aprobación eclesiástica, en su momento del Cardenal Pacelli y la licencia y recomendación de diferentes autoridades religiosas en los numerosos países donde fue editado a partir de 1938 y hasta que llegó el nefasto Concilio, que vino a imponer la falsa devoción a Jesús de la Misericordia de Sor Faustina Kowalska (que, recordemos, había sido prohibida por la Iglesia por sus errores). El libro de sor Josefa no contiene la menor extravagancia, sombra de error o cuestión dudosa, como pueden encontrarse en el Diario de Sor Faustina o los escritos de María Valtorta, y sí en cambio una encantadora sencillez que invita a la meditación fecunda y el deseo de amar al Corazón de Jesús. De Dina Belanger no podemos opinar nada porque nada sabemos, pero tenemos buenas referencias de ella.

[3] Cautivado por la maniquea Simone Weil (que heredó algunas de sus ideas gnósticas de la kabbala judía), Gustave Thibon se deslizó en sus últimos libros hacia el mismo lado, llegando incluso a decir en sus escritos –se diese cuenta o no- algunas blasfemias.

[4] El catolicismo tenebroso, tormentoso, rabioso, petulante y asfixiante de Bloy, está más cerca de la desesperación protestante nórdica que de la saludable combatividad mediterránea. Como dice Gil de la Pisa Antolín: “El Catolicismo es sinónimo de felicidad, aunque nuestra vida no sea un camino de rosas y para algunos un verdadero “valle de lágrimas”. Por eso San Pablo, que sólo predicaba a Jesucristo crucificado, ha podido decir en el versículo más corto de la Escritura: “Gozaos”. Nosotros preferimos quedarnos con la lucidez crítica de un verdadero maestro, Nicolás Gómez Dávila, cuando decía con admirable simpleza: “Nada me seduce tanto en el cristianismo, como la maravillosa insolencia de sus doctrinas”.

[5] En Brasil eso ha ocurrido con Olavo de Carvalho. Ni hablar en Francia.

[6] Menos mal que no lo metió a Castellani (tal vez porque todavía no lo conocía). Francamente ese libro no hace mucha diferencia con uno que editó el gobierno de Macri y la Vidal, cuando regían con su habitual incompetencia la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, titulado: Personalidades religiosas de la ciudad de Buenos Aires. Hombres y mujeres creyentes que dejaron su huella”, año 2012. Se trata de un libro profusamente ilustrado con fotografías, de 203 páginas en formato electrónico, que contiene breves semblanzas de lo que anuncia el título. En su portada aparece un collage de diez fotografías, dos de las cuales son de Castellani, una lateral medio escondida y otra debajo a la derecha. El centro de la portada la ocupa la “pastora” protestante Jorgelina Lozada, que de acuerdo a la diagramación vendría a ser la figura más destacada de nuestra “vida religiosa”. Eso sí, a cada personaje le dedican la misma democrática cantidad de páginas, seis (¿número cabalístico?). Así que desfilan, además de Castellani y la pastora, unos tipos y tipas llamados Saadía Benzaquén, Pablo Enrique Besson, José Bongarrá, William Brown, Mordejai Edery, etc., etc. Sin dudas todo un cambalache. ¡Pobre Castellani! (Claro, Porrini se defendería diciendo: “lo que hace esa gente es algo degradante de lo tradicional, nosotros en cambio nos quedamos con la otredad trascendente, el Uno primordial, la Emanación primera, el Pleroma, al cual accedemos por medio de la iniciación y la metafísica operativa o los datos tradicionales en diáspora desde el otoño de la Edad Media”. Pero, ¿cómo compaginar el gnosticismo con el catolicismo, que son contrarios, contradictorios y en guerra permanente?).

[7] El libro de Porrini es promocionado en un blog masónico: https://elviajeiniciaticomasonico.wordpress.com/videos/

En este programa de Youtube:

https://www.youtube.com/watch?v=B2KrGwMjt10&t=12s Porrini y Ortega, aparecen sin la habitual soltura con que suelen mostrarse en sus programas, y salen de entrada y con mucha torpeza a atacar agresivamente a quienes se oponen a la masonería (sin mencionar por supuesto a sus grandes oponentes, que dudamos hayan leído alguno, desde los grandes Papas de la Iglesia hasta reconocidos autores como Mons. Jouin, Mons. Meurin, Mons. de Segur, Mons. Delassus, Mons. Caro, P. Augustin Barruel, P. Nicolas Deschamps, P. Emmanuel Barbier, Dom Paul Benoit, Léon de Poncins, P. Rottjer, J. Ploncard d’Assac, P. Sardá y Salvany, Copin-Albancelli,  Henry Coston, Pierre Virion, Epiphanius, P. Filippo, etc.), para dar luego una versión rosada de la misma, y hablar de una supuesta “leyenda negra antimasónica”. Se da esta alternativa: o Porrini y Ortega son unos ingenuos de película que no leyeron nada sobre la secta satánica, "la vulgar secta subversiva que, bajo el disfraz de humanitarismo, trabaja a la vanguardia misma de la revolución mundial", como la llama el P. Meinvielle, o son en realidad masones (¿quizás de los primeros grados?) y prefieren no tener que ahondar en el tema. Si fuere lo primero, deberían dejar de hacer su programa en vez de informar falsamente sobre un tema sobre el que tanto y bien se ha estudiado y que ellos desconocen por completo. Si lo segundo, sería más dañoso el aporte general brindado, porque la ignorancia respecto de la secta abunda en los actuales católicos. En un programa posterior, dedicado muy elogiosamente a Julius Evola, ese maestro de la subversión anticristiana, dirán que lo suyo “no es una defensa de la masonería. La vemos como una sociedad tradicional, una sociedad de conocimiento”. Ríase un poco nuestro lector.  Al afirmar eso de la masonería, repiten lo mismo que dicen los masones, y así la favorecen. Nuevamente, o son unos ignorantes absolutos, por lo cual deben dejar de hacer su programa, o son favorables a la secta. Más grave aún es que los dos profesores se dicen católicos, y la Iglesia católica ha condenado desde sus inicios y con todo fundamento a la masonería, una verdadera secta satánica que persigue acabar con la Iglesia.

Pero es evidente que se sienten representados por el gnosticismo y el lenguaje que utilizan es claramente gnóstico (por lo menos un programa le han dedicado al tema). No olvidemos que la masonería proviene del gnosticismo. Aunque estos personajes tratan de distinguir una “buena gnosis” de una “mala gnosis”, y afirman que lo suyo no es ocultismo ni teosofía, “escuelas degradantes de lo tradicional”, esa distinción es una falsedad.  En relación al cristianismo, Porrini afirma que “la Iglesia metió la pata cuando comenzó a perder el sentido de su verdadero esoterismo. El cristianismo es esotérico”, mientras que Ortega, que al igual que Porrini se declara católico, afirma que en principio el cristianismo “fue una tradición iniciática, esotérica y no institucional” y que después se hace exotérico. Se basa en quien llama “nuestro querido René Guénon”. Más claro echarle agua. Falta que cite al jefe de los Iluminados de Baviera, Weishaupt cuando decía: “Todas las religiones, sin exceptuar la religión católica, tienen una enseñanza esotérica”. En un reciente programa dedicado a Chesterton, los dos profesores dejan perlitas como estas (en este caso proferidas por Ortega): “Dios se ha encarnado, entonces se ha hecho hombre, entonces todas las cosas divinas están hechas de pecado”; “La Iglesia católica tiene pecados, sino sería una religión perfecta. No lo es”.

Ortega y Porrini también tienen una “muy buena onda” con otros dos comunicadores del ambiente católico “tradicional”: Lucas Carena y Pablo Dávoli: hicieron juntos un programa donde, en medio de un cruce efusivo de flores y festejos mutuos, mostraron tener grandes coincidencias ideológicas. ¿O se trata todo solamente del clásico “amiguismo” argentino?

[8] F. Sardá y Salvany, El liberalismo es pecado, cap. XVII, Cruz y Fierro editores, 1977.

[9] Lo mismo que tan bien explica Sardá y Salvany, de la colaboración con liberales, se da en el terreno del llamado “nacionalismo católico” argentino, con algunos que se han volcado, en nombre de la “derecha” o “nueva derecha”, a aparecer muy amistosos y divertidos junto a representantes del liberalismo y el capitalismo, eso sí, “pro-vida” (caso Agustín Laje y Nicolás Márquez). El resultado ha sido el debilitamiento de las propuestas de los católicos, la división del nacionalismo (más de lo que ya estaba) y la confusión del vulgo. Algunos sostienen que hay una “gnosis buena” y una “gnosis mala”. Ahora pareciera que también hay quienes sostienen que hay un “liberalismo bueno” (con el cual se puede congeniar y hasta buscar alianzas) y un “liberalismo malo”. Craso error. En un post de Eduardo Allegri, titulado “¿Quién nos va a liberar de los liberales?”, se dice: “yo no sé eso, pero hay tanta gente por ahí abrazando al enemigo de sus enemigos como si fuera su amigo (y nada más que porque es el enemigo de sus enemigos…). Esos seguro que no.” Y termina recomendando la lectura de una conferencia del P. Castellani sobre la esencia del liberalismo. En efecto, se puede sumar fuerzas para un combate específico, como quien se junta a alguien para apagar el incendio de una casa. Ahora que de allí a forjar alianzas, amistades, promociones mutuas, es otra cosa. Al liberalismo se lo combate siempre, sea un liberalismo remilgado o ultra, de derecha o de izquierda.

[10]http://caminante-wanderer.blogspot.com/2008/01/gnosis.html. Allí Borella reivindica además a Bouyer, un autor de referencia tanto de Randle como del “Wanderer”, como ya hemos visto.

[11] Los “Cahiers” se llaman simplemente SOCIETE AUGUSTIN BARRUEL.

[12] Ciertamente y mucho en Francia, desde el tiempo en que Guénon se infiltró en algunas publicaciones católicas. Rápidamente detectada su maniobra y refutados sus escritos, huyó hacia Egipto. Sobre estas infiltraciones puede leerse algo más en v.gr. Le Sel de la terre N° 30, otoño 1999, págs. 224-5. Ya hace muchos años la hubo en el ambiente de la Tradición católica en Francia, incluso en la FSSPX. Mismo en España. Porrini, que como vimos defiende la masonería y el esoterismo (que en todas sus vertientes, disimuladas o no, es anticristiano) a la vez se propone como “promotor de la Hispanidad iberoamericana” (que fue realizada por la Iglesia católica y España) empezando a escribir en un medio periodístico español digital aparentemente hispanista como El Correo español, donde escriben excelentes plumas, pero medio al cual también se han sumado otros esoteristas como José Papparelli, Diego Chiaramoni y Guillermo Mas Arellano (éste recientemente introdujo al teilhardiano-schopenhaueriano Faretta en España; y en su canal de youtube el español promueve toda serie de “saberes” de aspecto “tradicional”, como Evola o incluso el satanista Crawley). 

[13] Digamos de paso que el blog donde él escribe, en vez de apuntar hacia los verdaderos enemigos de la Iglesia, se complace en atacar una y otra vez a los jesuitas, pero, atención, no a los pérfidos anticatólicos de la actualidad, encabezados por Bergoglio, sino a la Compañía de Jesús que fundó San Ignacio (entre tantas entradas donde se lanzan vituperios a los jesuitas, incluye, no podía ser de otro modo, uno de los acostumbrados insultos de León Bloy contra los jesuitas. Acabamos de ver qué clase de personaje era Bloy). ¿Hace falta decir que la Orden de San Ignacio fue –hasta que fue infiltrada y corrompida desde adentro- siempre el blanco predilecto de los liberales y masones? ¿Qué por las intrigas de los masones fue llegada a disolver por un papa que se arrepintió en su lecho de moribundo? ¿O que N.S. Jesucristo encargó a los jesuitas la especial difusión de la devoción a su Sagrado Corazón, siendo esto lo que impulsó con más fuerza a los enemigos de la Iglesia a tratar de destruir la Compañía de Jesús? ¿O que fueron los jesuitas los que resucitaron el tomismo tras el desastre post-revolucionario en Francia en el siglo XIX? ¿O que tuvo un papel importantísimo en la evangelización del Nuevo Mundo? (Algunas de estas cosas las dice muy bien Castellani en su sermón para la fiesta de San Ignacio, del 31 de julio de 1966). El blog susodicho puede incluirse en la heterodoxia, desde el momento en que cuestiona el dogma católico de la Infalibilidad papal. Lo que sigue también puede entenderse perfectamente, desde el momento que el responsable del blog se autodefine como “gibelino” en su dirección de email. ¿Qué otra cosa podría esperarse? También se arrojan piedras (eso sí, desde un elegante sofá y con un vaso de whisky en la otra mano) contra el Concilio Vaticano I y especialmente contra el gran papa Pío IX, porque con él –asegura- habría nacido la “tradición hiperpapista”. Se sostiene por ejemplo que “buena parte de la crisis en la que se encuentra en la actualidad [la Iglesia], es causa directa de esa concepción de la Iglesia y de su gobierno que se impuso con el pontificado de Pío IX y el Concilio Vaticano I. Nunca más que hoy reafirmamos lo dicho. Francisco y sus fechorías habrían sido imposible en la Iglesia previa al ultramontanismo” (¡Sic!) (“Nacimiento y muerte del ultramontanismo”, entrada del 25 de enero de 2022).  Pero ha sido precisamente lo contrario: con sus grandes encíclicas como Quanta cura y el Syllabus, más el dogma de la Inmaculada Concepción, más la Infalibilidad papal, blindaba la doctrina contra los errores que había comenzado a esparcir la Revolución y hoy lo ha invadido todo. El católico despierto tiene allí lo que necesita saber para ser verdaderamente un contrarrevolucionario, precisamente la Infalibilidad papal exactamente delimitada le permite no volverse un papólatra. Si “el Papa se convirtió en un semidios, intocable, impoluto, santo súbito por derecho propio”, como dice el blog citado, eso no ocurrió debido a la Infalibilidad papal, sino que vino muy posteriormente de la mano de los liberales que utilizaron los medios de difusión masivos, que están controlados por los enemigos de la Iglesia: la astucia era inflar tanto la figura papal para que, cuando fuere necesario, primero fuese obedecido ciegamente según las ideas modernistas ya implantadas y triunfantes en el Vaticano II, para finalmente hacer estallar esa figura sobredimensionada. Es lo que están haciendo con los últimos papas, desde el Vaticano II. Por no hablar de la infiltración masónica, tema éste del que en el blog nunca se habla. Pero el blog citado no se ahorra críticas, también el último papa santo habría sido arbitrario: “San Pío X, un papa ortodoxo pero de ningún modo tradicional (¡!), cambió a su antojo la disciplina plurisecular de la Iglesia sobre la frecuencia de la comunión, y a su antojo también reformó el breviario romano, primera y catastrófica reforma que anticipa, casi puntualmente, la reforma posterior de la misa”. A Francisco se lo vitupera solamente porque es un demagogo peronista, pero nunca por estar cumpliendo la utópica agenda panteísta del “Nuevo Orden Mundial”. De hecho allí se han defendido las medidas vejatorias tomadas por el mundo global durante la así llamada “pandemia” e incluso se defendió la inoculación de las peligrosísimas y en casos comprobados letales “vacunas”. Nada más políticamente correcto.  Cuando uno va sumando, va comprendiendo que lejos de trabajar para la Tradición católica, allí se milita en pro de una falsa tradición, y Castellani viene a ser un entretenimiento que les da aires tradicionales, mientras se evita todo combate contrarrevolucionario. Masonería y judaísmo tienen para esa posición un papel casi inexistente en la crisis de la Iglesia, pero basta leer la monumental obra “La conjuración anticristiana” de Mons. Delassus (entre tantas otras) para comprender la verdad. Resulta útil leer el muy buen artículo -que refuta las posiciones anti-tradicionales que sostiene ese blog- del Sr. José A. Ureta: "Es el modernismo, no el ultramontanismo, la síntesis de todas las herejías" (https://santaiglesiamilitantebis.blogspot.com/2022/01/los-ultramontanos-responden-es-el.html). Que este autor haya salido de la TFP no invalida sus méritos en lo que allí escribe. Lo que sostiene “Wanderer”, en cambio, es música para los oídos liberales y masónicos que no le perdonan a Pío IX la formidable reacción antiliberal que condujo con mano firme y sería continuada sobre todo por San Pío X.

Para terminar con Randle: recientemente tuvo otra metida de pata, cuando después de enviar al blog que comentamos un video ornado de elogios hacia el mediático profesor canadiense Dr. Jordan Peterson, salió a retractarse porque acababa de descubrir que éste era un liberal de tomo y lomo. En sus palabras (de Randle): “…me retracto, en el sentido de que aposté a un tipo heterodoxo en la lucha contra fenómenos modernos—siendo que él mismo es, finalmente y en el sentido más profundo, modernista”. En buena hora. Y la verdad que debería darse cuenta que también ha terminado haciendo propaganda –con Castellani en el medio- por dos personajes que llevan la confusión gnóstica al terreno nuestro, que no es el de ellos.  

[14] Por cierto, allí dice que cabe preguntarse si Castellani realmente tuvo amigos, y dice que “la soledad de Castellani constituye una de las claves que nos permiten comprenderlo mejor”. Sin embargo en una entrevista por Youtube, Randle dirá que Castellani tuvo “cientos de amigos laicos”. Entonces, ¿tuvo o no tuvo amigos?

[15] De Simone Weil publicó Tollers/Randle una muy superficial conferencia del Padre Baliña, el cual lamentablemente se vio estimulado por unas también superficiales palabras del Padre Castellani. Así que vemos una vez más que no se trata de seguir a nadie a ciegas, sino de investigar. Vale la pena transcribir esto del canónigo Moeller:

“El entusiasmo de los círculos cristianos por los escritos de Simone Weil es una manifestación característica del desorden de las mentes en el pensamiento católico de este siglo. Estamos obsesionados con los "concordismos" fáciles, como dije antes sobre Huxley. Decimos que bautizamos in extremis todo lo que se parece remotamente al cristianismo, porque no nos molestamos en conocer el auténtico mensaje cristiano. Se dice que es necesario que las verdades cristianas nos sean propuestas por pensadores no cristianos para que tomemos conciencia de las riquezas que siempre hemos poseído pero que habíamos olvidado. Tenemos mala conciencia, nos avergonzamos de nuestra fe. Simone Weil pasa por cristiana a los ojos de muchos. Casi nadie vio que era una maniquea. Por eso es posible, en nombre del siglo XX, difundir ideas heréticas que están en las antípodas de los puntos más esenciales de nuestra fe, sin que nadie pestañee. A condición de no utilizar las fórmulas que todo cristiano sabe que son heréticas, se pueden desarrollar teorías que no sólo quedan fuera de la Revelación, sino que la niegan, se puede estar tranquilo; pasará mucho tiempo antes de que alguien se levante para protestar” (cit. en La gnose universelle, E. Couvert, Editions de Chiré, p. 135).

[16] Esto dice por ej. Porrini, para sumar confusión: “Frente al oscuro panorama de la vacuidad progresista, no nos queda más que la sana Tradición. Pero, ¿Dónde hallarla?, me preguntarán los lectores. Pues en sus propias raíces. En la Hispanidad. En la necesaria unidad de esta América descuartizada, con su madre ibérica. En la fraterna unidad de los reinos de este continente con la península que los albergó por trescientos años. En la política que mira la Tradición como una llama a ser transmitida a las nuevas generaciones, y no como una ceniza agónica, como diría Chesterton, (aunque quien sopla las cenizas espera renacer el Fénix). Para devolver al hombre a su lugar, a su patria, a su esencia trascendente. Y detener su carrera sin destino, e impulsar su futuro hacia la pertenencia espiritual de lo que nos une y nos ha unido”(https://elcorreodeespana.com/libros/974561324/La-soledad-del-hombre-desarraigado-Por-Sebastian-Porrini.html) Hasta allí aparece este hombre como un fervoroso adherente a la Tradición católica que nos transmitió la Hispanidad. Ahora, el problema es ¿cómo se concilia eso con la masonería, Guénon, Évola, la “sabiduría mapuche”, la “Tradición unánime” y el “Yoga tántrico”, cosas todas que difunde o elogia Porrini?