Reproducimos la primera parte del capítulo titulado “Castellani y los heterodoxos”, lo que falta está en el libro CASTELLANI Y LEFEBVRE, de reciente aparición (disponible en este enlace
https://www.amazon.com/-/es/gp/product/B0BDHMQZLS/ref=dbs_a_def_rwt_bibl_vppi_i4 )
“Para la generación que viene, hay una apasionante aventura a emprender:
la aventura de la ortodoxia católica. Hay que hacerla triunfar. Hay que
explicarla mostrando a la vez su lógica sobrenatural y su majestuoso misterio.
Aventura apasionante por dos razones, primero porque la batalla será ruda, lo
que es ya un atractivo para los espíritus combativos; y después porque la
victoria está adquirida de antemano por el hecho de la incomparable solidez del
dogma. Es lo propio de la verdad triunfar. ‘Tened confianza, yo he vencido al mundo’ ha dicho Jesús. ‘Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida’”
Jean Vaquié, Occultisme et foi
catholique.
“…en
nuestra religión no hay cosas esotéricas o reservadas a los iniciados, como p.
ej. los misterios de Eleusis en Grecia, sino todo lo contrario: los que se hacen
pequeños son los que entienden.”
Monseñor Straubinger, comentario a Prov. 1,20.
“Nadie es
sabio si no es piadoso.
Para ser
piadoso hay que hacerse pequeño”.
Joubert
Tema que se las trae. Pero no vamos a hablar, a la manera de “Castellani
y los zurdos”[1],
de las relaciones que pudieron haberse dado entre Castellani y los heterodoxos,
sino del hecho notable de que muchos heterodoxos se sienten atraídos por la
obra y la figura de Castellani, aunque esto no los ha llevado a integrarse al
catolicismo verdadero, quedándose en devaneos intelectuales muy apropiados para
concertar sus propias obras (y vidas) dentro del campo de la vaporosa
“metafísica operativa”, como le llaman. No sabemos hasta qué punto algunos de
ellos son gnósticos iniciados o apenas despistados “onanistas intelectuales”
que se intoxicaron en una borrachera de “Tradición primordial”. Dios lo sabe.
Pero debe dejarse en claro que no puede asociarse Castellani a la troupe de
charlatanes gnósticos, filo-masones, tradi-modernistas (aunque se auto perciban
antiliberales), etc., que no son sino sembradores de confusión y de error.
Decimos esto sabiendo que abundan en el shopping internáutico las ofertas de
charlas, artículos, libros, entrevistas y conferencias que a priori se oponen a
la “Modernidad” o al “Nuevo Orden Mundial”, y entonces atraen a los curiosos ya
hartos del demencial mundo progresista en que (sobre)vivimos. La cuestión es
desde qué lugar lo hacen, para saber si son realmente una verdadera reacción y
resistencia, o sólo una distracción y desvío del verdadero combate. Peor aún,
un camino que aleja de la salvación.
Mencionamos el caso de Bloy y la inmensa confusión en torno a él, en
parte seguramente por influencia de la superficial y benevolente aproximación
de Castellani[2]
a tal heterodoxísimo personaje. Dicho esto con lengua de terciopelo.
Bloy nos llevó a De Prada, del cual ya señalamos algunos de sus
contubernios heterodoxos y/o blasfemos (Bloy, Scorsese, Pasolini, Borges, Weil,
Thibon…malditos)[3].
A propósito de “malditos”: Castellani fue señalado por Randle como un “maldito”, en el sentido de que fue tratado así por la “intelligentsia” que dominaba el cuadro religioso, intelectual y cultural tanto de la Iglesia en general como de la Argentina en particular. En ese sentido, Mons. Lefebvre, que fue perseguido también por los que estaban encima suyo (las autoridades constituidas, como diría Castellani), fue tratado de “maldito” con, sobre todo, la injustísima e ilegítima “excomunión” que le asestaron, así como a Castellani le habían prohibido decir misa, confesar y predicar. En ese sentido, lo fueron ambos. Perseguidos.
En fin, se habla de “escritores” o “artistas malditos”. Pero atención:
pueden serlo tanto Poe como Castellani, Van Gogh como Piazzolla, Robert Walser
como Alfred Hitchcock, no necesariamente ha de ser un personaje estrafalario,
bohemio y resentido, maltrecho, malafortunado y neurótico, quien lleve esa
calificación, sino uno que el “sistema” desdeña, destrata, no comprende o busca
hacer a un lado insidiosamente. ¿Y Bloy? “Maldito” es quien lo es a pesar de sí
mismo, y no quien lo busca como una marca de identidad. Bloy fue un perseguido por el personaje Bloy, y la
tenebrosidad de que acusaba al empresario de pompas fúnebres era su sello
personal para identificar al catolicismo según su invariablemente furioso
estilo[4].
Pero ya dejamos asentado bastante de ese “maldito”. ¿Y entonces? Entonces pasa
que los heterodoxos, que per se se
ubican en los márgenes del pensamiento oficial, buscan a los que quieren
emparentar o con quienes desean emparentarse, sobre todo si se trata de
“perseguidos”, “incomprendidos”, “extravagantes”, “resistentes”, “castigados” y
“sufrientes”.
Otro motivo indudable es que se encuentra en Castellani a un agudo
pensador anti moderno, un fuerte contradictor del iluminismo, del liberalismo,
de la inmanencia y la mediocridad reinantes, del fariseísmo y del progresismo,
de la falsificación y envenenamiento de las fuentes de la cultura. Se encuentra
en él ideas afines a toda una serie de pensadores que se califica de
“antimodernos”, aunque por razones muy diversas. De allí que los heterodoxos no
obtengan de Castellani todo el provecho que se podría obtener (para eso
tendrían que ser ortodoxos). Porque, convengamos, Castellani es sacerdote
católico, sostiene la doctrina católica, su misión personal ha sido combatir
por ella, por el honor de Dios y de la Iglesia (y por la patria Argentina,
¡velay!) y no puede separarse su obra de su doctrina (que no es suya propia,
sino de la Iglesia). El problema es cuando, además, la confusión está hecha en
base a una pretendida “convivencia pacífica y armoniosa” de doctrinas –e
incluso actitudes- incompatibles, o una dilución del Dios verdadero y la
Religión verdadera a favor de una abstracta “Divinidad” (el demiurgo o como
quieran llamarle). Pero es que los heterodoxos son maestros de la confusión. Y
cualquiera que se allega a Castellani por vez primera, puede “meter todo en la
misma bolsa”, lo cual no es justo y, además, es peligroso.
¿Puede haber también en otros una maniobra de quinta columna, un
entrismo gnóstico que busca viciar el ambiente cultural católico
tradicional-conservador? También es posible.[5]
Entre los intelectuales heterodoxos argentinos que han mostrado algún
interés por Castellani pueden contarse Ángel Faretta, Alberto Buela, Lucas
Carena, Sebastián Porrini o Diego Ortega (en general y en mayor o menor medida
influidos por el pensamiento de René Guénon; otro guenoniano del ambiente
católico argentino que ha aparecido es Ramiro Campodónico).
Recientemente el biógrafo Randle sostuvo una larga entrevista filmada
con Porrini y Ortega, dos profesores que tienen bastante audiencia en un canal
de Youtube llamado “La última página”.
Se trató de una charla “descontracturada”, como la llamó alguien
apropiadamente, nimbada de risotadas y de humos de tabaco y regada de generoso
scotch (incluso Randle parece haber terminado bastante “chupado” en el final de
la charla). Todo muy divertido y muy ameno, una amical charla de café
reemplazado por el whisky con soda en el pub de Randle, aparentemente una
celebración doméstica de Castellani. Perfecto, salvo que: 1) Ortega y Porrini
son ambos defensores de la masonería (¡Porrini confiesa en su canal de Youtube
que ha ido muchas veces a la biblioteca de la masonería en Bs. As.!) e impugnan
a quienes la combaten, 2) son constantes propaladores del gnosticismo, 3)
Porrini publicó un libro titulado "Los
otros. La metafísica operativa en los siglos XX y XXI" cuya sinopsis
indica que “Este ensayo recupera los aportes de esos
“otros” que enriquecieron con su tarea ímproba ese conocimiento que reconoce al
ser humano como un ente físico, psíquico y espiritual, dimensiones que lejos de
la vacuidad sígnica impuesta por la intelligentzia académica,
reconstituyen su esencia natural, su pertenencia al cosmos, su aspiración
innata a la trascendencia”. Se trata, en verdad, de una reivindicación de toda
una serie de escritores esotéricos, gnósticos, cabalistas y masones, budistas e
hinduistas, entre quienes incluye a: René Guénon, Ananda K. Coomaraswamy,
Frithjof Schuon, Gershom Scholem, Julius Evola, Héctor A. Murena, Ángel
Faretta, Francisco García Bazán, etc. Ni se priva Porrini de transmitirnos
-cual si fuese el mismísimo Bergoglio- el “reservorio de sabiduría” de la
cultura mapuche[6].4)
La editorial que publicó el libro de Porrini es española y se llama
“Matrioska”. Se especializa en editar libros de masones, pastores protestantes
y hasta del satanista Alesteir Crawley. A todas luces es una editorial
anticatólica (aunque no lo expliciten, todos esos personajes combaten a la
Iglesia). En definitiva, el perfil de esos intelectuales (Castellani los
llamaría, con su estilo, macaneadores) es todo
lo contrario de un católico como el citado sacerdote, que sirvió siempre a
la verdad. ¿Qué puede haber en común, entonces, entre emprender esa vindicación
de la falsa sabiduría (verdaderamente anticristiana) y el acercamiento a un
autor verdaderamente católico, un teólogo y filósofo tomista? ¿Por qué Randle
dialoga con estos personajes como si fuesen viejos y queridos amigos de
parranda, cual si fuesen “del mismo palo”?[7]
¿Y cómo ha repercutido después en estos dos “vendedores de humo” el “saber
tradicional” que habrían ido a buscar en Castellani? ¿Van a incluirlo a él
también en su amplio supermercado de fruslerías “trascendentes”? Esto no hace
sino sumar confusión, para meter dentro de la misma oferta “trascendente” a
Castellani, al lado de todo tipo de lenguaraces. Randle puede tener los amigos
o amigotes que quiera, por supuesto, pero que no se lleve a la anarquía de las
ideas a quien es testigo de la entrevista involucrando a Castellani o
haciéndole correr el riesgo de meterlo en, como ya dijimos, una “tradición” que
es cualquier cosa: un cambalache “trascendente”.
El Padre Sardá y Salvany diserta acerca de “varios modos con que sin ser
liberal un católico puede hacerse no obstante cómplice del liberalismo”. Puede
cambiarse liberalismo por “masonería”, “gnosticismo” o “esoterismo” y la
enseñanza se mantiene (las negritas nos pertenecen):
“2do. Aun sin estar formalmente afiliados a un partido liberal, antes
haciendo pública protesta de no pertenecer a él, contraen también complicidad
liberal los que manifiesten por él públicas simpatías, elogiando sus personajes,
defendiendo o excusando sus periódicos, tomando parte en sus festejos. La razón
es evidente. El hombre, sobre todo si vale algo por su talento o posición, hace
algo en favor de cualquier idea con sólo mostrarse en relaciones más o menos
benévolas con sus fautores. Da más con el obsequio de su prestigio personal,
que si diese dinero, armas o cualquier otro material auxilio. Así, por ejemplo:
honrar un católico, sobre todo si es sacerdote, a un periódico liberal con su
colaboración, es manifiestamente favorecerle con el prestigio de su firma,
aunque con ella no se defienda la parte mala del periódico, aunque con ella se
disienta de esta misma parte mala. Se dirá tal vez que con escribir allí se
logra hacer oír la voz del bien para muchos que en otro periódico no la
escucharían. Es verdad; pero también la firma del hombre bueno sirve allí de
abonar al periódico a la vista de los lectores poco hábiles en distinguir las
doctrinas de un redactor de las de su vecino; y así, lo que se pretendía fuese
contrapeso y compensación del mal, se convierte para la generalidad en efectiva
recomendación de él. Mil veces lo hemos oído: "¿Malo es tal periódico?
Pues ¿no escribe en él D. Fulano de Tal?”. Así discurre el vulgo, y vulgo somos
casi la totalidad del género humano. Por desgracia es frecuentísima en nuestros
días esta complicidad.”[8]
Así, si un incauto (la mayoría) entra en la página de los mencionados
profesores, y encuentra amables referencias a Castellani y encima a su biógrafo
colaborando con ellos, pues será dado el auditor a pensar que “esos tipos son
del palo, después de todo. Si ahí está Castellani, esa gente también está en el
camino de la tradición”.[9]
Pero encontramos un antecedente de Randle, que no habíamos advertido, y
que permite explicar un poco mejor su flojera intelectual o su doblez de
actitud (Dios lo sabe). Bajo su seudónimo Jack Tollers, en el blog “Wanderer”
publicaron una traducción suya de una entrevista al gnóstico Jean Borella (ya
notoriamente puesto en su sitio por católicos especialistas en el tema como
Jean Vaquié y Etienne Couvert)[10]. En el artículo, Tollers-Randle comete este error, al explicar que cuando
Borella habla de los católicos barrulianos, se refiere “al Monasterio Benedictino de Le Barroux”. Luego en comentario al
pie se corrige…volviéndose a equivocar: “Estimado
Wanderer, gracias por la publicación de lo de Borella. Con todo, me veo urgido
a corregir un error que descubrí luego. Los católicos "barruliens" a
los que se refiere el A. no son los del Monasterio Le Barroux como erróneamente
supuse. Refiere a los "Cahiers Barrulien", una revista fundada por
Jean Vaquié y (el gran tonto de) Etienne Couvertes para "denunciar la
infiltración de los gnósticos en los medios católicos"”. Hasta que un
comentarista le corrige luego: “Estimado
Jack Tollers: Los "Cahiers" son los "Cahiers Barruel", en
honor del Abbé Barruel, padre de la historiografía conspiracionista con su
"Memoires pour servir à l'histoire du Jacobinisme" y publicados por
el "Centre d'Etudes et de Recherches sur la penetration et le
developpement de la Revolution dans l'Église Chirstianisme" con sede en
Lyon.” Pero luego el comentarista corrige su propio error: “En mi comentario a JT se deslizó un error.
El nombre del "Centro" es "Centre d'Etudes et de Recherches sur
la penetration et le developpement de la Revolution dans le Chirstianisme"[11]. Es interesante notar que Tollers-Randle
vierte allí un insulto gratuito hacia Etienne Couvert (de quien de paso escribe
mal el apellido). ¿A cuento de qué viene ese insulto? Couvert (cuyos libros
hemos referido) es un especialista que ha dedicado largos años al estudio y lo
que afirma en sus obras lo fundamenta ampliamente. Lo menos que puede decirse
es que es un autor serio. Lo mismo va para los “Cahiers Barruel”. Randle, en
cambio, es un escriba que ni siquiera escribe bien y, como vimos, se equivoca
varias veces en pocas líneas sin saber de qué está hablando (supone que se trata de Le Barroux ¡!), y
hasta donde sabemos, no es ningún experto en el tema del gnosticismo, ni mucho
menos. Entonces, ¿por qué ese insulto? ¿Por qué el enojo? ¿Y por qué no refiere
cómo Couvert ha descubierto el pensamiento panteísta de Borella (cap. VI de La gnose contre la foi)? También nos
resulta sospechoso que coloque en entrecomillado “denunciar la infiltración de los gnósticos en los medios católicos”,
como si tal cosa no existiese, cuando la verdad es que eso existe y está
comprobada[12].
¿Acaso le molesta el trabajo realizado por Couvert porque pone al descubierto
esas maquinaciones?[13]
Hagamos una hipótesis amable, sympa,
respecto de la actitud de Randle. Al insultar a Couvert parece reaccionar
airadamente contra alguien que viene a golpear alguno de sus personajes
favoritos, pues es claro que tiene una inclinación amical y fuerte apego hacia
varios personajes heterodoxos o no católicos (a los cuales pueden hacérseles
fundadas críticas desde el catolicismo): Bouyer, Borella, Bloy, Thibon, Weil,
Lewis, hasta lo más bajo de la escala como pueden ser Dolina y el ahora
eyectado Peterson (quizás nos olvidemos o hayamos cambiado alguno). Incluso
recientemente publicó en su canal de Tollers el video de un sermón de un “cura”
anglicano, muy simpático y entretenido (un pastor anglicano hablando sobre el
“buen pastor”…eso sí que es gracioso). En el capítulo XIII de la primera parte
de su biografía, hace un largo y en general acertado elogio de la amistad[14].
De allí que parece que ese valor esencial –la amistad- pueda hacer reaccionar a
quien siente han tocado “un amigo suyo”. Por supuesto que es una hipótesis
blanda respecto de una reacción que como dijimos nos llama la atención. El
insulto que sale de la boca antes estuvo en el corazón (decimos insulto y no
caracterización objetiva)[15].
Pero, básicamente,
y más allá de estas consideraciones personales, el problema es este: se habla
de una “buena gnosis”, se habla de una “Tradición unánime o primordial” y no se
distinguen bien las cosas[16].
[1] Con ese
título se editó un librito firmado por Pablo Hernández, que daba cuenta de las
circunstanciales relaciones amicales o de proximidad que se dio entre el Padre
Castellani y ciertos personajes salidos del ambiente intelectual rojo o rojizo.
Relaciones que en verdad, hasta donde sabemos, no fueron muy fructuosas para
unos ni para el otro.
[2] Cuando
Castellani habla de Bloy habla más en literato que en filósofo o teólogo, nos
parece que eso ha quedado claro, a no ser que alguien quiera justificar las
burradas “teológicas” de Bloy y sus blasfemias de otra forma. En una de sus
críticas a Borges (muy certeras, por otra parte), decía que Georgie servía
porque daba trabajo al canónigo teologal: “Como ustedes saben, el trabajo del canónigo teologal consiste
en husmear las herejías, sacarlas a luz, refutarlas, prevenir al pueblo fiel y
oponerles libros sólidos y luminosos que llenen cumplidamente el hueco oscuro
que a ellas dio nacimiento”. Bueno, Castellani no supo ver lo que traía “bajo
el poncho” el rugiente Bloy, y una vez más lo decimos, porque salvo Meinvielle
entre los católicos, y salvo algún que otro gnóstico, en Argentina nadie ha
estudiado el problema del gnosticismo, y sus temas que aparecen desparramados
en la literatura y el cine por todos lados. Como también ya dijimos, Castellani
se equivocó apostando por Baudelaire, lo leyó recién ordenado cura –pues antes
le era prohibitivo- y sin el aparato crítico necesario –que iba en Francia a
desarrollarse mucho mejor años más tarde- respecto del gnosticismo.
Otro error grosso de Castellani es su descarte
–aunque aquí vía una opinión que no fundamenta- del libro Un llamamiento al amor de Sor Josefa Menéndez: “Creo que las visiones de Teresa
Neumann son de Dios; en cambio no creo que sean de Dios las visiones de sor
Dina Belanger ni las de sor Josefa Menéndez” (Psicología humana, pág. 207). Verdaderamente el libro de Sor Josefa
es un inmenso tesoro de santidad que refleja con gran sencillez las
revelaciones del Sagrado Corazón de Jesús a una religiosa ejemplar. La obra
cuenta con la aprobación eclesiástica, en su momento del Cardenal Pacelli y la
licencia y recomendación de diferentes autoridades religiosas en los numerosos
países donde fue editado a partir de 1938 y hasta que llegó el nefasto
Concilio, que vino a imponer la falsa devoción a Jesús de la Misericordia de Sor Faustina Kowalska (que, recordemos,
había sido prohibida por la Iglesia por sus errores). El libro de sor Josefa no
contiene la menor extravagancia, sombra de error o cuestión dudosa, como pueden
encontrarse en el Diario de Sor Faustina o los escritos de María Valtorta, y sí
en cambio una encantadora sencillez que invita a la meditación fecunda y el
deseo de amar al Corazón de Jesús. De Dina Belanger no podemos opinar nada
porque nada sabemos, pero tenemos buenas referencias de ella.
[3] Cautivado por
la maniquea Simone Weil (que heredó algunas de sus ideas gnósticas de la
kabbala judía), Gustave Thibon se deslizó en sus últimos libros hacia el mismo
lado, llegando incluso a decir en sus escritos –se diese cuenta o no- algunas
blasfemias.
[4] El catolicismo
tenebroso, tormentoso, rabioso, petulante y asfixiante de Bloy, está más cerca
de la desesperación protestante nórdica que de la saludable combatividad
mediterránea. Como dice Gil de la Pisa Antolín: “El Catolicismo es sinónimo de felicidad, aunque nuestra vida no sea un
camino de rosas y para algunos un verdadero “valle de lágrimas”. Por eso
San Pablo, que sólo predicaba a Jesucristo crucificado, ha podido decir en el
versículo más corto de la Escritura: “Gozaos”. Nosotros preferimos quedarnos con
la lucidez crítica de un verdadero maestro, Nicolás Gómez Dávila, cuando decía
con admirable simpleza: “Nada me seduce tanto en el cristianismo, como la
maravillosa insolencia de sus doctrinas”.
[5] En Brasil eso
ha ocurrido con Olavo de Carvalho. Ni hablar en Francia.
[6] Menos mal que
no lo metió a Castellani (tal vez porque todavía no lo conocía). Francamente
ese libro no hace mucha diferencia con uno que editó el gobierno de Macri y la
Vidal, cuando regían con su habitual incompetencia la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires, titulado: “Personalidades
religiosas de la ciudad de Buenos Aires. Hombres y mujeres creyentes que
dejaron su huella”, año 2012. Se trata de un libro
profusamente ilustrado con fotografías, de 203 páginas en formato electrónico,
que contiene breves semblanzas de lo que anuncia el título. En su portada
aparece un collage de diez fotografías, dos de las cuales son de Castellani,
una lateral medio escondida y otra debajo a la derecha. El centro de la portada
la ocupa la “pastora” protestante Jorgelina Lozada, que de acuerdo a la
diagramación vendría a ser la figura más destacada de nuestra “vida religiosa”.
Eso sí, a cada personaje le dedican la misma democrática cantidad de páginas,
seis (¿número cabalístico?). Así que desfilan, además de Castellani y la
pastora, unos tipos y tipas llamados Saadía Benzaquén, Pablo Enrique Besson,
José Bongarrá, William Brown, Mordejai Edery, etc., etc. Sin dudas todo un
cambalache. ¡Pobre Castellani! (Claro, Porrini se defendería diciendo: “lo que
hace esa gente es algo degradante de lo tradicional, nosotros en cambio nos
quedamos con la otredad trascendente, el Uno primordial, la Emanación primera,
el Pleroma, al cual accedemos por medio de la iniciación y la metafísica
operativa o los datos tradicionales en diáspora desde el otoño de la Edad
Media”. Pero, ¿cómo compaginar el gnosticismo con el catolicismo, que son
contrarios, contradictorios y en guerra permanente?).
[7] El libro de
Porrini es promocionado en un blog masónico: https://elviajeiniciaticomasonico.wordpress.com/videos/
En este
programa de Youtube:
https://www.youtube.com/watch?v=B2KrGwMjt10&t=12s
Porrini y Ortega, aparecen sin la habitual soltura con que suelen mostrarse en
sus programas, y salen de entrada y con mucha torpeza a atacar agresivamente a
quienes se oponen a la masonería (sin mencionar por supuesto a sus grandes
oponentes, que dudamos hayan leído alguno, desde los grandes Papas de la
Iglesia hasta reconocidos autores como Mons. Jouin, Mons. Meurin, Mons. de
Segur, Mons. Delassus, Mons. Caro, P. Augustin Barruel, P. Nicolas Deschamps,
P. Emmanuel Barbier, Dom Paul Benoit, Léon de Poncins, P. Rottjer, J. Ploncard
d’Assac, P. Sardá y Salvany, Copin-Albancelli,
Henry Coston, Pierre Virion, Epiphanius, P. Filippo, etc.), para dar
luego una versión rosada de la misma, y hablar de una supuesta “leyenda negra
antimasónica”. Se da esta alternativa: o Porrini y Ortega son unos ingenuos de
película que no leyeron nada sobre la secta satánica, "la vulgar secta subversiva que,
bajo el disfraz de humanitarismo, trabaja a la vanguardia misma de la
revolución mundial", como la llama el P. Meinvielle,
o son en realidad masones (¿quizás de los primeros grados?) y prefieren no
tener que ahondar en el tema. Si fuere lo primero, deberían dejar de hacer su
programa en vez de informar falsamente sobre un tema sobre el que tanto y bien
se ha estudiado y que ellos desconocen por completo. Si lo segundo, sería más
dañoso el aporte general brindado, porque la ignorancia respecto de la secta
abunda en los actuales católicos. En un programa posterior, dedicado muy
elogiosamente a Julius Evola, ese maestro de la subversión anticristiana, dirán
que lo suyo “no es una defensa de la masonería. La vemos como una sociedad
tradicional, una sociedad de conocimiento”. Ríase un poco nuestro lector. Al afirmar eso de la masonería, repiten lo
mismo que dicen los masones, y así la favorecen. Nuevamente, o son unos
ignorantes absolutos, por lo cual deben dejar de hacer su programa, o son
favorables a la secta. Más grave aún es que los dos profesores se dicen
católicos, y la Iglesia católica ha condenado desde sus inicios y con todo
fundamento a la masonería, una verdadera secta satánica que persigue acabar con
la Iglesia.
Pero es
evidente que se sienten representados por el gnosticismo y el lenguaje que
utilizan es claramente gnóstico (por lo menos un programa le han dedicado al
tema). No olvidemos que la masonería proviene del gnosticismo. Aunque estos
personajes tratan de distinguir una “buena gnosis” de una “mala gnosis”, y
afirman que lo suyo no es ocultismo ni teosofía, “escuelas degradantes de lo
tradicional”, esa distinción es una falsedad.
En relación al cristianismo, Porrini afirma que “la Iglesia metió la
pata cuando comenzó a perder el sentido de su verdadero esoterismo. El
cristianismo es esotérico”, mientras que Ortega, que al igual que Porrini se
declara católico, afirma que en principio el cristianismo “fue una tradición
iniciática, esotérica y no institucional” y que después se hace exotérico. Se
basa en quien llama “nuestro querido René Guénon”. Más claro echarle agua.
Falta que cite al jefe de los Iluminados de Baviera, Weishaupt cuando decía:
“Todas las religiones, sin exceptuar la religión católica, tienen una enseñanza
esotérica”. En un reciente programa dedicado a Chesterton, los dos profesores
dejan perlitas como estas (en este caso proferidas por Ortega): “Dios se ha
encarnado, entonces se ha hecho hombre, entonces todas las cosas divinas están
hechas de pecado”; “La Iglesia católica tiene pecados, sino sería una religión
perfecta. No lo es”.
Ortega y
Porrini también tienen una “muy buena onda” con otros dos comunicadores del
ambiente católico “tradicional”: Lucas Carena y Pablo Dávoli: hicieron juntos
un programa donde, en medio de un cruce efusivo de flores y festejos mutuos,
mostraron tener grandes coincidencias ideológicas. ¿O se trata todo solamente
del clásico “amiguismo” argentino?
[8] F. Sardá y
Salvany, El liberalismo es pecado,
cap. XVII, Cruz y Fierro editores, 1977.
[9] Lo mismo que
tan bien explica Sardá y Salvany, de la colaboración con liberales, se da en el
terreno del llamado “nacionalismo católico” argentino, con algunos que se han
volcado, en nombre de la “derecha” o “nueva derecha”, a aparecer muy amistosos
y divertidos junto a representantes del liberalismo y el capitalismo, eso sí,
“pro-vida” (caso Agustín Laje y Nicolás Márquez). El resultado ha sido el
debilitamiento de las propuestas de los católicos, la división del nacionalismo
(más de lo que ya estaba) y la confusión del vulgo. Algunos sostienen que hay
una “gnosis buena” y una “gnosis mala”. Ahora pareciera que también hay quienes
sostienen que hay un “liberalismo bueno” (con el cual se puede congeniar y
hasta buscar alianzas) y un “liberalismo malo”. Craso error. En un post de
Eduardo Allegri, titulado “¿Quién nos va a liberar de los liberales?”, se dice:
“yo no sé eso, pero hay tanta gente por ahí abrazando al enemigo de sus
enemigos como si fuera su amigo (y nada más que porque es el enemigo de sus
enemigos…). Esos seguro que no.” Y termina recomendando la lectura de una
conferencia del P. Castellani sobre la esencia del liberalismo. En efecto, se
puede sumar fuerzas para un combate específico, como quien se junta a alguien
para apagar el incendio de una casa. Ahora que de allí a forjar alianzas,
amistades, promociones mutuas, es otra cosa. Al liberalismo se lo combate
siempre, sea un liberalismo remilgado o ultra, de derecha o de izquierda.
[10]http://caminante-wanderer.blogspot.com/2008/01/gnosis.html.
Allí Borella reivindica además a Bouyer, un autor de referencia tanto de Randle
como del “Wanderer”, como ya hemos visto.
[11] Los “Cahiers”
se llaman simplemente SOCIETE AUGUSTIN BARRUEL.
[12] Ciertamente y mucho en Francia,
desde el tiempo en que Guénon se infiltró en algunas publicaciones católicas.
Rápidamente detectada su maniobra y refutados sus escritos, huyó hacia Egipto.
Sobre estas infiltraciones puede leerse algo más en v.gr. Le Sel de la terre N° 30, otoño 1999, págs. 224-5. Ya hace muchos
años la hubo en el ambiente de la Tradición católica en Francia, incluso en la
FSSPX. Mismo en España. Porrini, que como vimos defiende la
masonería y el esoterismo (que en todas sus vertientes, disimuladas o no, es
anticristiano) a la vez se propone como “promotor de la Hispanidad iberoamericana” (que fue realizada
por la Iglesia católica y España) empezando a escribir en un medio periodístico
español digital aparentemente hispanista como El Correo español, donde escriben excelentes plumas, pero medio al
cual también se han sumado otros esoteristas como José Papparelli, Diego
Chiaramoni y Guillermo Mas Arellano (éste recientemente introdujo al
teilhardiano-schopenhaueriano Faretta en España; y en su canal de youtube el
español promueve toda serie de “saberes” de aspecto “tradicional”, como Evola o
incluso el satanista Crawley).
[13] Digamos de paso que el blog donde él escribe, en vez de apuntar hacia los
verdaderos enemigos de la Iglesia, se complace en atacar una y otra vez a los
jesuitas, pero, atención, no a los pérfidos anticatólicos de la actualidad,
encabezados por Bergoglio, sino a la Compañía de Jesús que fundó San Ignacio
(entre tantas entradas donde se lanzan vituperios a los jesuitas, incluye, no
podía ser de otro modo, uno de los acostumbrados insultos de León Bloy contra
los jesuitas. Acabamos de ver qué clase de personaje era Bloy). ¿Hace falta
decir que la Orden de San Ignacio fue –hasta que fue infiltrada y corrompida
desde adentro- siempre el blanco predilecto de los liberales y masones? ¿Qué
por las intrigas de los masones fue llegada a disolver por un papa que se
arrepintió en su lecho de moribundo? ¿O que N.S. Jesucristo encargó a los
jesuitas la especial difusión de la devoción a su Sagrado Corazón, siendo esto
lo que impulsó con más fuerza a los enemigos de la Iglesia a tratar de destruir
la Compañía de Jesús? ¿O que fueron los jesuitas los que resucitaron el tomismo
tras el desastre post-revolucionario en Francia en el siglo XIX? ¿O que tuvo un
papel importantísimo en la evangelización del Nuevo Mundo? (Algunas de estas
cosas las dice muy bien Castellani en su sermón para la fiesta de San Ignacio,
del 31 de julio de 1966). El blog susodicho puede incluirse en la heterodoxia,
desde el momento en que cuestiona el dogma católico de la Infalibilidad papal.
Lo que sigue también puede entenderse perfectamente, desde el momento que el
responsable del blog se autodefine como “gibelino” en su dirección de email.
¿Qué otra cosa podría esperarse? También se arrojan piedras (eso sí, desde un
elegante sofá y con un vaso de whisky en la otra mano) contra el Concilio
Vaticano I y especialmente contra el gran papa Pío IX, porque con él –asegura-
habría nacido la “tradición hiperpapista”. Se sostiene por ejemplo que “buena
parte de la crisis en la que se encuentra en la actualidad [la Iglesia], es
causa directa de esa concepción de la Iglesia y de su gobierno que se impuso
con el pontificado de Pío IX y el Concilio Vaticano I. Nunca más que hoy reafirmamos
lo dicho. Francisco y sus fechorías habrían sido imposible en la Iglesia previa
al ultramontanismo” (¡Sic!) (“Nacimiento y muerte del ultramontanismo”, entrada
del 25 de enero de 2022). Pero ha sido
precisamente lo contrario: con sus grandes encíclicas como Quanta cura y el Syllabus,
más el dogma de la Inmaculada Concepción, más la Infalibilidad papal, blindaba
la doctrina contra los errores que había comenzado a esparcir la Revolución y
hoy lo ha invadido todo. El católico despierto tiene allí lo que necesita saber
para ser verdaderamente un contrarrevolucionario, precisamente la Infalibilidad
papal exactamente delimitada le permite no volverse un papólatra. Si “el Papa
se convirtió en un semidios, intocable, impoluto, santo súbito por
derecho propio”, como dice el blog citado, eso no ocurrió debido a la Infalibilidad
papal, sino que vino muy posteriormente de la mano de los liberales que
utilizaron los medios de difusión masivos, que están controlados por los
enemigos de la Iglesia: la astucia era inflar tanto la figura papal para que,
cuando fuere necesario, primero fuese obedecido ciegamente según las ideas
modernistas ya implantadas y triunfantes en el Vaticano II, para finalmente
hacer estallar esa figura sobredimensionada. Es lo que están haciendo con los
últimos papas, desde el Vaticano II. Por no hablar de la infiltración masónica,
tema éste del que en el blog nunca se habla. Pero el blog citado no se ahorra
críticas, también el último papa santo habría sido arbitrario: “San Pío X, un
papa ortodoxo pero de ningún modo tradicional (¡!), cambió a su
antojo la disciplina plurisecular de la Iglesia sobre la frecuencia de la
comunión, y a su antojo también reformó el breviario romano, primera
y catastrófica reforma que anticipa, casi puntualmente, la reforma posterior de
la misa”. A Francisco se lo vitupera solamente porque es un demagogo peronista,
pero nunca por estar cumpliendo la utópica agenda panteísta del “Nuevo Orden
Mundial”. De hecho allí se han defendido las medidas vejatorias tomadas por el
mundo global durante la así llamada “pandemia” e incluso se defendió la
inoculación de las peligrosísimas y en casos comprobados letales “vacunas”.
Nada más políticamente correcto. Cuando
uno va sumando, va comprendiendo que lejos de trabajar para la Tradición
católica, allí se milita en pro de una falsa tradición, y Castellani viene a
ser un entretenimiento que les da aires tradicionales, mientras se evita todo
combate contrarrevolucionario. Masonería y judaísmo tienen para esa posición un
papel casi inexistente en la crisis de la Iglesia, pero basta leer la
monumental obra “La conjuración
anticristiana” de Mons. Delassus (entre tantas otras) para comprender la
verdad. Resulta útil leer el muy buen artículo -que refuta las posiciones
anti-tradicionales que sostiene ese blog- del Sr. José A. Ureta: "Es el
modernismo, no el ultramontanismo, la síntesis de todas las herejías" (https://santaiglesiamilitantebis.blogspot.com/2022/01/los-ultramontanos-responden-es-el.html).
Que este autor haya salido de la TFP no invalida sus méritos en lo que allí
escribe. Lo que sostiene “Wanderer”, en cambio, es música para los oídos
liberales y masónicos que no le perdonan a Pío IX la formidable reacción
antiliberal que condujo con mano firme y sería continuada sobre todo por San
Pío X.
Para
terminar con Randle: recientemente tuvo otra metida de pata, cuando después de
enviar al blog que comentamos un video ornado de elogios hacia el mediático
profesor canadiense Dr. Jordan Peterson, salió a retractarse porque acababa de
descubrir que éste era un liberal de tomo y lomo. En sus palabras (de Randle):
“…me retracto, en el sentido de que aposté a un tipo heterodoxo en la lucha
contra fenómenos modernos—siendo que él mismo es, finalmente y en el sentido
más profundo, modernista”. En buena hora. Y la verdad que debería darse cuenta
que también ha terminado haciendo propaganda –con Castellani en el medio- por
dos personajes que llevan la confusión gnóstica al terreno nuestro, que no es
el de ellos.
[14] Por cierto,
allí dice que cabe preguntarse si Castellani realmente tuvo amigos, y dice que
“la soledad de Castellani constituye una de las claves que nos permiten
comprenderlo mejor”. Sin embargo en una entrevista por Youtube, Randle dirá que
Castellani tuvo “cientos de amigos laicos”. Entonces, ¿tuvo o no tuvo amigos?
[15] De Simone
Weil publicó Tollers/Randle una muy superficial conferencia del Padre Baliña,
el cual lamentablemente se vio estimulado por unas también superficiales
palabras del Padre Castellani. Así que vemos una vez más que no se trata de
seguir a nadie a ciegas, sino de investigar. Vale la pena transcribir esto del
canónigo Moeller:
“El entusiasmo de los círculos
cristianos por los escritos de Simone Weil es una manifestación característica
del desorden de las mentes en el pensamiento católico de este siglo. Estamos
obsesionados con los "concordismos" fáciles, como dije antes sobre
Huxley. Decimos que bautizamos in extremis todo lo que se parece remotamente al
cristianismo, porque no nos molestamos en conocer el auténtico mensaje cristiano.
Se dice que es necesario que las verdades cristianas nos sean propuestas por
pensadores no cristianos para que tomemos conciencia de las riquezas que
siempre hemos poseído pero que habíamos olvidado. Tenemos mala conciencia, nos
avergonzamos de nuestra fe. Simone Weil pasa por cristiana a los ojos de
muchos. Casi nadie vio que era una maniquea. Por eso es posible, en nombre del
siglo XX, difundir ideas heréticas que están en las antípodas de los puntos más
esenciales de nuestra fe, sin que nadie pestañee. A condición de no utilizar
las fórmulas que todo cristiano sabe que son heréticas, se pueden desarrollar
teorías que no sólo quedan fuera de la Revelación, sino que la niegan, se puede
estar tranquilo; pasará mucho tiempo antes de que alguien se levante para
protestar” (cit. en La gnose universelle,
E. Couvert, Editions de Chiré, p. 135).
[16] Esto dice por
ej. Porrini, para sumar confusión: “Frente al oscuro panorama de la
vacuidad progresista, no nos queda más que la sana Tradición. Pero, ¿Dónde
hallarla?, me preguntarán los lectores. Pues en sus propias raíces. En la
Hispanidad. En la necesaria unidad de esta América descuartizada, con su madre
ibérica. En la fraterna unidad de los reinos de este continente con la
península que los albergó por trescientos años. En la política que mira la
Tradición como una llama a ser transmitida a las nuevas generaciones, y no como
una ceniza agónica, como diría Chesterton, (aunque quien sopla las cenizas
espera renacer el Fénix). Para devolver al hombre a su lugar, a su patria, a su
esencia trascendente. Y detener su carrera sin destino, e impulsar su futuro
hacia la pertenencia espiritual de lo que nos une y nos ha unido”(https://elcorreodeespana.com/libros/974561324/La-soledad-del-hombre-desarraigado-Por-Sebastian-Porrini.html)
Hasta allí aparece este hombre como un fervoroso
adherente a la Tradición católica que nos transmitió la Hispanidad. Ahora, el
problema es ¿cómo se concilia eso con la masonería, Guénon, Évola, la
“sabiduría mapuche”, la “Tradición unánime” y el “Yoga tántrico”, cosas todas
que difunde o elogia Porrini?