miércoles, 12 de junio de 2024

JOSÉ MARÍA PEMÁN: LA HISPANIDAD ENTRE NOSOTROS

 


Extractamos, a la manera de aforismos, pensamientos, observaciones, reflexiones del gran José María Pemán, en su libro “El Paraíso y la Serpiente”, tras su paso por Argentina y Uruguay en el año 1941.

 

-“Lo bello del ascetismo es la bienaventuranza eterna a que aspira, no el potaje de garbanzos a que se resigna”.

 

-“El instrumental humano de Buenos Aires es una selección de cortesía, moderación y buenas formas. Todos los tipos más matizados y sutiles de la civilización europea de hace unos años –el gentleman, el abate, el diletante-, tienen allí excelentes reproducciones”.

 

-“El indigenismo no es más que el recurso genealógico de los que no tienen archivo doméstico”.

 

-“Lo que importa en el mestizaje, como en las palabras compuestas, es colocar bien el acento”.

 

-“Con reminiscencias clásicas se puede hacer cesarismo, y se puede hacer demagogia. Con gestos romanos se decoró la Revolución francesa, y se decora el fascismo italiano".

 

-“Y es cierto que un romano, dijo lindamente, para la tumba de una muchacha: “Séate la tierra leve, como tú fuiste leve sobre la tierra”. Pero, ¡cuidado!, que en Santiago del Estero un guaraní, para la tumba de otra muchacha, dijo: Chaupí, punchaupí, tutahiarka; lo cual no es muy eufónico, pero significa nada menos que esta preciosidad: “En la mitad del día anocheció…” La sobriedad poética es una flor humana, no un tema de retórica clásica”.

 

-“La “ópera” es la liturgia de una época individualista que carecía ya de verdaderos estímulos de congregación. El hombre que no se congregaba ya en la catedral, ni en el ágora, buscó ese modo de hacerse espectáculo de sí mismo”.

 

-“Toda democracia ha sido siempre empresa de una oligarquía”.

 

-“Cuando se dijo: “proletarios del mundo, uníos”, ¿en qué se unieron los proletarios? En el gesto, en la divisa y en el himno: en el puño cerrado, en el trapo rojo. Pero que lo más insobornable y hondo de los proletariados había quedado fuera de esa internacional, bien claro se ha visto en lo rápidamente que se “nacionalizaron”, al encontrarse en guerra”.

 

-“España no sabe de aldeanismos nacionalistas. Es, por esencia, universalista y católica”.

 

-“Es proverbial la cortesía y la amabilidad de los argentinos. Cada presentación va seguida de una invitación. Sí, Buenos Aires es una de las ciudades del mundo que más saturan al visitante de urbanismo, de ciudadanía, de urbanidad civil”.

 

-“No menos expresivo de esa otra realidad argentina que es su solícita cortesía hospitalaria, es el “¿cómo no?” Desde que el forastero llega al país, todos –el portero, el cochero, el mandadero-, acatan sus órdenes con un continuo y extremoso: ¿cómo no? Parece que la Argentina viviera en un perpetuo asombro de que alguien pueda dudar de su amabilidad universal e inmensa”.

 

-“El “gaucho” siempre ha estado, por instinto, con lo más autóctono y nativo en la política. Fue de San Martín, fue de Rosas, fue de Artigas, fue de Liniers. Lucía su bigote como una protesta de “independencia”; no en balde los soldados invasores de Beresford venían rapados.”

 

-“El “gaucho” se mustia, se achica. Se siente un cero desamparado e inerme en la máquina de la Libertad. Llega a esta dolorosa conclusión:

Porque el gaucho en esta tierra

sólo sirve pa votar.”

 

-“Yo esperaba mucho de este capítulo de la revelación argentina. La música popular es la expresión urgente del sentir y el pensar de cada pueblo. Cuando los catedráticos empiezan a definir a una nación, ya ella se ha denunciado, mil veces, al son de una guitarra”.

 

-“Para que descansaran las gargantas de los trovadores, se hizo un intermedio de baile. Desde luego, por decreto del doctor Meade, se desechó “el tango”. El tango no es argentino. Es que el extranjero, en definitiva, no conoce de Argentina más que los muelles de Buenos Aires, que son, como todos los muelles, revueltos y cosmopolitas. El tango no es de aquí ni de allí, es un lúbrico balanceo de marinero recién desembarcado y en celo, construido con una mezcla tropical de habanera y milonga. Es de todos los muelles y de ninguna de las Musas”.

 

-“Una eliminación valiente de prejuicios anti-tradicionales, una buena educación clasicista y centrípeta, podrá hacer del universalismo argentino un inestimable laboratorio de “ricos aumentos” para el castellano”.

 

-“La Independencia sudamericana, en su más lúcida parte, fue obra de soldados y sacerdotes. Por patriotismo y por ortodoxia, respectivamente, esos son los dos tipos sociales que tenían que sentir más hondamente la reacción frente a aquel instrumento de las ideas enciclopedistas que era Napoleón. San Martín y el deán Funes, por ejemplo, son dos tipos representativos del verdadero pensamiento emancipador: dos dioses lares. Por eso decía Lugones que aquellos países son obra de la Espada y de la Cruz. Algunos españoles se asombrarán al ver así convertida en una especie de “carlismo”, la emancipación que ellos creían obra doctrinaria, afrancesada y liberal. Pero así es la Historia y la Verdad”.

 

-“Y la Hispanidad o no será nada, o tendrá que ser eso: el cuerpo donde vuelva a encarnar Cristo para una segunda redención del mundo”.

 

-“Padre Artigas, vencedor de las Piedras: hay una batalla americana que ganar al lado de Buenos Aires, y hay una batalla mundial que ganar al lado de España”.

 

-“Creo, siempre, en el valor de las “minorías selectas”; pero esa fe mía se duplica en la América española, donde estimo insospechado el empuje que puede tener un grupo escogido de hombres decididos y cultos. El influjo social del intelectual puro es mucho mayor en América que en Europa. Sociedad más elemental e ingenua conserva mayor fe en el “vate”, en el “augur”, en el “rapsoda”.

 

-“En sí, ni la “democracia” que es ruido, ni la “estatolatría” que es aplastamiento, son climas propicios para la Cultura. En la soledad tranquila de una granja, en las afueras de Roma, mientras el César se ocupaba de la administración, pudieron escribirse las Odas de Horacio y la Eneida de Virgilio. No se hubieran escrito si Virgilio y Horacio hubieran tenido que salir, a cada momento de la granja, para votar y ser diputados y concejales. Tampoco se hubiera escrito si el Estado los hubiese molestado continuamente en la granja con un lujo intervencionista de planillas, registros, declaraciones y tributos”.

 

-“Mira, a mi juicio, estamos viviendo la liquidación y término de un ciclo histórico: el de la Revolución francesa. Esta, como toda revolución laica y materialista, desprendida de la unidad suprema y divina, se rompe en dos capítulos. Uno, multitudinario y demagógico, que es el jacobino; otro de reacción autoritaria, que es el napoleónico: vaivén de péndulo, como todo lo que es acción y reacción puramente materialista, sin apelación a una superior verdad. Todo un siglo se reparte en esos capítulos: o el “individualista” que dice: “Todo el Estado para el individuo”; o el “totalitarista”, que dice: “Todo el individuo para el Estado”. A la liquidación de ese ciclo revolucionario estamos asistiendo: esta gran guerra de Europa [II Guerra mundial] es la guerra de los últimos napoleones contra los últimos jacobinos”.

 

-“Ni democracia, ni autoritarismo –las dos partes incompletas de la solución revolucionaria; del vaivén materialista del siglo- las tenemos nosotros “enfrente”, como enemigos. Las tenemos “detrás” como valores superados en nuestro camino. Nuestro José Antonio Primo de Rivera, al formular la tesis española, concretó clarísimamente dos postulados que, por sí solos, nos diferencian, por elevación, de las otras tesis incompletas de la hora. Dijo que la política debe basarse sobre “el respeto a la persona humana portadora de valores eternos”; dijo que la Nación tenía que ser “una gran misión que cumplir en lo universal”. Ya comprenderás que no puede confundirse con ningún nacionalismo incompleto o pagano, este originalísimo y mal llamado nacionalismo español, que nace, desde el primer momento, preocupándose de las dos cosas que, por una o por otra, precisamente, exceden a la Nación: el individuo y el mundo. Ya están ahí en fila y jerarquía los tres valores tradicionales y cristianos: lo individual, lo nacional y lo universal o católico. Por eso José Antonio negó siempre que su doctrina pudiera considerarse como un “fascismo” más, y declinó la invitación que le hicieron para un Congreso internacional “fascista” que había de celebrarse en Montreux. José Antonio no quiso despilfarrar su tesoro cristiano y sintético, entregándolo a las incomprensiones de una Europa agitada de egoísmos y utilidades. Lo guardaba, acaso, para la pureza íntima y hogareña de la Hispanidad”.